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Julio Jaramillo sigue más presente que nunca

Julio Jaramillo sigue más presente que nunca
09 de febrero de 2013 - 00:00

Un día como hoy, hace 35 años, el ‘Ruiseñor de América’, Julio Jaramillo, falleció luego de ser operado de una peritonitis provocada tras quitarse las sondas de una anterior operación en la clínica Domínguez, a la que ingresó con cálculos en la vesícula.

Según el parte médico, Jaramillo falleció de un paro cardiaco, aunque se ha especulado durante todos estos años que fue debido a una cirrosis originada por su vida bohemia.

Relatos de la época reseñan que tan pronto se difundió la noticia de su muerte, cerca de doscientas mil personas se congregaron junto a la clínica, y aunque en varias ocasiones solicitó que no le rindieran homenajes póstumos, sus restos fueron velados durante tres días en diferentes lugares como radio Cristal, el Palacio Municipal y el coliseo Voltaire Paladines Polo.

Y es que Julio Jaramillo fue y sigue siendo más que un simple cantante. Se convirtió en la esencia mismo del ecuatoriano común, de la calle, trabajador, bohemio y con fama de ‘Donjuán’.

Jaramillo cantó y encantó a generaciones con su manera de cantar tan especial, que recorrió el continente americano de sur a norte, y en donde se radicó en varios países, a tal punto que muchos de ellos se disputan la nacionalidad de este intérprete de inmortales temas como ‘Nuestro Juramento’, ‘Aunque me cueste la vida’, ‘Rondando tu esquina’, ‘Bodas y lágrimas’, ‘Carmita’, ‘Azabache’, ‘Carnaval de la vida’, entre otras.

“De todas partes se venían / con mujeres con hijos / desde Lomas de Sargentillo venían desde Pechiche / de Vueltalarga venían / solo para ver cómo cantaba de muerto”, narran los versos del poema ‘Pueblo, fantasma y clave de Jota Jota’, del guayaquileño Fernando Artieda. En este texto, el fallecido periodista (1945-2010) cuenta, poéticamente, aquella fatídica jornada que vivieron los ecuatorianos tras la muerte del ‘Ruiseñor de América’.

La urbe porteña estaba colapsada. La gente, consternada con la noticia difundida por Radio Cristal, se volcó a las calles y aceras cantando su música, llorando su partida. Horas antes de su fallecimiento, muchos colegas y amigos del ‘Ruiseñor’ acudieron a la clínica Domínguez, en donde lo ingresaron con su salud notablemente deteriorada.

Esquivando a las decenas de personas que se agolpaban en las afueras de la casa de salud, Fresia Saavedra, con quien Jaramillo había realizado sus primeras grabaciones (él le decía madrina), llegó en compañía de su hija Hilda Murillo para saber cómo se encontraba el popular cantante.

“Cuando entré a su habitación (solo dejaban entrar a familiares y amigos), él me dijo: ‘madrina, présteme un cigarrillo, quiero darle una pitadita’, entonces yo le dije, entre bromas y en serio, que cómo iba a estar fumando, que eso le hacía daño, que tiene que cuidarse para hacer otras grabaciones juntos. Yo lo vi bien pálido y demacrado. No me gustó verlo así”, comenta Saavedra, quien dos días después cantó un par de canciones en su entierro.

Habían micrófonos instalados en los exteriores de la clínica Domínguez, de donde se transmitía para todo el Ecuador los pormenores del traslado del ‘Ruiseñor’ a la capilla ardiente.

Luego de la noticia, el cadáver de Julio fue llevado a Radio Cristal, lugar al que él consideraba su segunda casa. Ahí fue velado entre amigos, familiares y miles de admiradores de su música que arribaban de todas partes del país para darle el último adiós.

Moradores del sector comentan que en las inmediaciones de la radiodifusora (Luque entre José de Antepara y García Moreno) era imposible poner un pie. Las puertas de las casas cedían ante la presión de la gente que se agrupaba en las calles y veredas.

Se dice que Nancy Arroyo quiso retirar el cadáver de Julio, pero que la multitud no la dejó. Ella accedió al velatorio popular.

Antes de llevarlo al cementerio general de Guayaquil tuvieron el féretro en el coliseo Voltaire Paladines Polo, donde la gente seguía llegando de todas partes y no dejaban de cantar ‘Chica Linda’, ‘Nuestro Juramento’, ‘Reminiscencia’, entre otras.

Una vez que llegaron al camposanto, este rebosaba de gente. Artistas, amigos, colegas, personas de todas las clases sociales se congregaban en el cementerio afligidos, consternados con el hecho, incrédulos aún, ya que no asimilaban que el ‘Ruiseñor’ se les iba, que su voz se apagaba.

35 años después de su muerte, Jaramillo sigue sonando con fuerza en las reuniones, fiestas y por supuesto en las radios. Tal es el caso de la radio La Voz del Río Tarqui (1.290 AM) que lleva más de 30 años rindiendo homenaje al ‘Ruiseñor de América’ con un programa único, 24 horas de su música, su historia y sus anécdotas.

A partir del año 1979, cada 9 de febrero, desde el primer minuto hasta las 11:59 de ese día, suena exclusivamente la música de Jaramillo, que a pesar de los años sin su presencia sigue ocupando un lugar importantísimo en el medio musical y artístico.

La señora Rosa María Pulla, gerente de la radio, nos cuenta cómo fue que empezó esta tradición: “Julio Jaramillo y mi padre, el señor Manuel Pulla Cornejo, mantuvieron una amistad por ser amantes de nuestra música nacional, así que, cuando J.J. falleció, mi padre dijo que cada 9 de febrero la radio le rendiría un homenaje con su música, artistas en vivo interpretando sus canciones y los oyentes contando historias de él” con admiración y respeto.

Desde entonces los hermanos Rosa María y Ediler Pulla continúan con esta tradición de su progenitor, don Manuel Pulla Cornejo. El programa “24 horas J.J.” se mantiene vigente, tratando de mantener vivo su legado y transmitir a las nuevas generaciones ese amor por la música nacional.

Rosa María manifiesta: “esperemos que Dios nos dé la suficiente vida para seguir manteniendo el programa y dar ese gusto a los oyentes”.

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