Amantes de la tecnología, dispositivos con múltiples propósitos y sobre todo emprendedores es lo que se encuentra en el coworking, un espacio de trabajo colaborativo que funciona bajo la coordinación de la Agencia Metropolitana de Promoción Económica Conquito. Tras una convocatoria para presentar ideas innovadoras al programa QuitoTech, se escogieron 10 ganadores. Un promedio de tres profesionales trabajan en cada proyecto.

“El coworking es un modelo que forma parte de la construcción de un ecosistema. Está pensado para reemplazar el trabajo desde casa, ya que esa es una limitante para poder conectarse con otros. Es por eso que hemos construido un lugar acogedor y lo hemos dotado de los servicios necesarios”, explica Julio Jaramillo, gerente de Conquito.

Trabajar en conjunto es una práctica extendida entre freelancers o profesionales independientes de EE.UU. El fin máximo es combatir la soledad laboral, rebajar los gastos que implica montar una empresa y conocer otros emprendedores para compartir un proyecto o mejorarlo.

En el espacio de coworking de QuitoTech, cuya extensión es de 430 metros cuadrados, los profesionales pueden utilizar los servicios de conectividad a Internet, asesorías y acompañamiento.

Los jóvenes se reúnen no solo para mostrar sus ideas a posibles inversionistas, sino también para acordar contratos con empresas públicas o privadas.

A más de los 10 proyectos iniciales, en el espacio participan tres ganadores de la convocatoria de emprendimientos hecha por Telefónica. También hay cuatro profesionales ganadores del concurso organizado por la Empresa Pública Yachay.

Al ser un espacio de uso público, cualquier profesional puede solicitar su ingreso. Hay otros seis emprendedores privados que trabajan en el lugar al momento. En total son 50 los profesionales que usan las instalaciones.

El costo mensual para utilizar el lugar es de $60 mensuales. Es posible devengar el pago con cursos de alfabetización digital en la comunidad. La inversión del proyecto, según Jaramillo, asciende a $200.000, cubiertos mediante fondos públicos y autogestionados.

LOS DISEÑOS TOMAN FORMA
Esteban Armendáriz, estudiante de ingeniería automotriz en la Universidad Tecnológica Equinoccial, es uno de los emprendedores del coworking. Creó una impresora en 3D y ya comercializa el dispositivo en el país y en el extranjero.

“Pueden realizarse piezas publicitarias, mecánicas, también pueden hacerse aplicaciones médicas, como prótesis a la medida”, comenta Armendáriz.

La empresa del futuro ingeniero automotriz se llama “Eard3D” y por ahora oferta dos tipos de impresoras, la más sencilla con un valor de 1.300 dólares y la profesional que cuesta 2.200 dólares.

El dispositivo Eard3D imprime tanto en plástico, como metal o resina líquida. En seis meses, Armendáriz logró vender 18 impresoras, aunque sostiene que es una cifra baja. Espera que con la asesoría del personal de Conquito su empresa se convierta en un referente de la impresión 3D. Las impresoras en 3D han sido catalogadas por investigadores de IBM como uno de los inventos que definirá el futuro tecnológico.

CARTELERAS A UN CLIC
Encontrar información sobre películas, gustos de conocidos y demás detalles sobre cine es lo que permite la herramienta “Cinepass”, creada por los chicos de Palapa. Este emprendimiento también fue posible en el ecosistema del coworking.

Miguel Vega, vocero de la empresa, indica que la herramienta nació luego de una conversación entre amigos, quienes expresaron su malestar por no tener la información con respecto a la cartelera de cine.

“Cinepass es una plataforma que consiste en una página web y aplicaciones móviles (disponible para teléfonos con sistema Android, y iPhone), en donde se puede encontrar horarios, calificaciones de otros usuarios, reseñas e información”, cuenta Vega. En cuatro meses, 18 mil personas se han descargado el app de manera gratuita: “esperamos que en un trimestre más esté consolidado el proyecto y tengamos auspicios para que también nos dé réditos”.