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Cyrius nunca olvidó a su primer gran amigo y 'papá': Mario

Mario volvió a ver a su perro Cyrius el pasado 17 de mayo, cuando recibió un homenaje antes de un partido de fútbol en el estadio Atahualpa.
Mario volvió a ver a su perro Cyrius el pasado 17 de mayo, cuando recibió un homenaje antes de un partido de fútbol en el estadio Atahualpa.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
01 de junio de 2016 - 11:00 - Texto y fotos: Mario Egas

“Esta es una historia que, pensaba, solo ocurría en los cuentos o en las novelas de ficción, sin embargo, ahora creo que la realidad supera a la fantasía. Se trata de lo que pasó con mi antiguo perro, Cyrius, un pastor alemán de 5 años, descendiente de padres campeones nacionales en eventos caninos.

Lo volví a ver el pasado 17 de mayo de 2016, en el estadio Atahualpa, en los momentos previos al partido entre Independiente del Valle y Pumas de México, válido por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores de 2016.

Asistí en mi condición de reportero gráfico de Diario EL TELÉGRAFO y me puse alerta cuando, a través del altavoz, se anunció que desfilarían los perros que prestaron su valiosa ayuda en el rescate de víctimas mortales del terremoto que afectó a Manabí y parte de Esmeraldas, el pasado 16 de abril.

Mis latidos se aceleraron cuando por los accesos aparecieron efectivos de la Policía Nacional responsables de la escuela de adiestramiento canino. Junto a ellos estaban las mascotas, y más atrás personal del Cuerpo de Bomberos de Quito y Emaseo.

Lleno de nerviosismo comencé a buscar a Cyrius en medio de los perros que desfilaban. Puede ser que los pastores alemanes se parezcan entre sí, pero jamás olvidé los rasgos de mi amigo. Siempre estuve pendiente de él, preguntaba por su estado a los gendarmes que transitaban por la ciudad. Como siempre decían que estaba bien, me tranquilizaba, pero nunca renuncié a verlo de nuevo.

Todo esto volvió a mí en un instante grabado eternamente en mi corazón: Cyrius, mi amado perro, estaba ahí y, como todos esos policías de 4 patas, era aplaudido por los espectadores. No exagero cuando digo que sentí lo mismo que cuando vi a mis hijos graduarse. Un nudo se formó en mi garganta y estuve a punto de llorar.

Me acerqué para darle unas caricias de felicitación, pero mientras avanzaba dudé de si Cyrius me reconocería, no lo había visto desde hacía 3 años. Grande fue mi sorpresa cuando me reconoció y, como siempre hacía mientras vivía en mi hogar, echó sus orejas hacia atrás y comenzó a lamerme la cara.

Tres años antes doné a mi mascota porque, según trascendió en los noticieros de aquel entonces, un perro policía que daba seguridad en el estadio Casa Blanca falleció a causa del impacto de un tarro contra su estómago que un grupo de hinchas violentos había lanzado.

Cyrius reemplazó a aquel can en sus labores.

Con el pasar de los años considero que tomé la mejor decisión. Mi perro es un héroe y ha ayudado a dar seguridad y a ubicar víctimas. Ahora solo deseo que cumpla su tiempo de servicio para recuperarlo. Tengo todas las ganas de darle el descanso que merece, mimarlo y atenderlo por todo lo bueno que ha hecho”. (O)

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