Una tejedora de paja toquilla recibe en promedio entre 80 y 100 dólares al mes por la venta de 17 sombreros. Se trata de los ingresos más bajos en toda la cadena productiva y que apenas les permiten subsistir.

Este fue uno de los resultados que arrojó la consultoría realizada desde el año pasado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), organismo que quiere elevar a nivel de política pública el sector de la paja toquilla mediante un plan de salvaguardia.

Las encargadas de confeccionarlos tienen un bajo nivel de educación y su salud resulta afectada a causa del manipuleo de la materia prima. Las tejedoras, en su mayoría, superan los 40 años, lo cual también demuestra el desinterés de las nuevas generaciones en el oficio.

El Instituto dirigió esta consultoría con el fin de acceder a un diagnóstico socioeconómico en torno al tejido tradicional del sombrero de paja toquilla.

El plan de salvaguardia, según María Arévalo, directora regional del ente, comprende el mantenimiento en el tiempo de la declaratoria del sombrero de paja toquilla como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad y la unión de unas 20 instituciones públicas para mejorar las condiciones de trabajo estas personas.

Además, prevé la posible fijación de precios mínimos para la compra de los productos a los artesanos, y una posición clara en el sentido de que se debe dar a conocer que el Panama Hat es ecuatoriano.