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Especial La Iglesia católica en crisis

Las heridas que dejó el padre Cordero no cicatrizan en Cuenca

Las heridas que dejó el padre Cordero no cicatrizan en Cuenca
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
31 de diciembre de 2018 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Ecuador conoció en 2018  denuncias sobre casos de abuso a menores. Y a pesar de que hechos de este tipo son graves en cualquier caso, los que más revuelo causaron son aquellos en los que se vincula a integrantes de la Iglesia católica.

Un caso paradigmático surgió entre abril y mayo pasados en Cuenca, cuando aparecieron denuncias en contra del sacerdote César Cordero, hasta entonces una figura pública muy respetada, pero que en octubre último fue separado de la Iglesia.

A inicios de abril, cuando la familia Palacios se enteró de que el Concejo Cantonal de Cuenca iba a condecorar al hoy exreligioso “por sus actitudes relevantes en beneficio de la educación”, lanzó una alerta.

María Palacios protestó públicamente y aseguró “que no se puede premiar a un cura que causó mucho daño a la niñez desde hace 50 años”. Ella y su hermano Jorge iniciaron, entonces, movilizaciones y denuncias contra César Cordero, muy conocido en esa capital por fundar la Universidad Católica de Azuay, al igual que instituciones educativas, un hospital y medios de comunicación en Cuenca, Azogues (Cañar) y Morona Santiago.

Jorge, de 63 años, fue la primera víctima en dar la cara. Perdió el miedo y enfrentó su realidad ante una comunidad que se ha jactado de ser católica e incluso fue conocida como “curuchupa”, en las décadas de 1960 y 1970. No era su primera denuncia. Hizo una en 2010 ante la Junta Cantonal de Derechos de Cuenca, donde -asegura- alegaron que no procedía porque el delito de violación a menores había prescrito.

También acudió a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana en la época que la presidía Antonio Arregui y fue recibido por un asistente, quien le dijo: “El padre (César C.) tiene ese defecto y esperemos que la justicia divina lo castigue”.

El afectado resalta que “les conté entonces porque quería liberarme de este problema”: el sacerdote César Cordero abusó de él desde que tenía 5 años. “Me unió a un grupo de niños que ayudábamos en instrucción católica. Íbamos a la escuela que estaba en la plazoleta Víctor J. Cuesta y se llamaba Miguel Ortiz y nos llevaba a su convento para darnos instrucciones”, recuerda Palacios, mientras sus ojos se llenan de lágrimas al recordar esos momentos.

Palacios agrega que el cura le dio una beca para que estudiara, aunque cree que el exreligioso era el encargado de ponerle buenas notas, aunque no era un estudiante destacado.

El denunciante, que ahora ya no esconde su rostro ni su identidad, fue la principal víctima de los abusos durante una década. “Ocurrió desde los 5 años hasta cuando cumplí 15 años, que abusó de mí el cura César Cordero”.

Considera que el inspector de entonces, Pepe E., permitía que alumnos amanecieran en la habitación del sacerdote. “Y al día siguiente el profesor no decía absolutamente nada, ya que el cura era el amo y señor”.

Jorge Palacios fue el primero en rendir su versión en la Fiscalía de Azuay, el 29 de mayo. Y este ejemplo sirvió para que posteriormente llegaran tres personas más para unirse a las denuncias.

Otro que se declaró afectado es Patricio Villavicencio, quien afirma que vivió tres años de terror. “El cura me busca, me hace sexo oral; nunca me quiso dar la libreta porque me quería violar. No podía hablar con mis padres, tampoco con mis hermanos; me amenazaba con que me iba a acusar de ser yo un desviado sexual con su santidad”, recuerda este hombre, que hoy tiene 61 años.

Una denuncia sobre el tema la hizo Marcelo Alvarado, pero falleció en Cuenca el 12 de julio pasado, mientras concedía una entrevista a un medio local. Paradójicamente, el día en que insistía públicamente en su denuncia cumplía años. Según sus afirmaciones, corrió con el mismo destino de ser ultrajado por el sacerdote cuencano. “El cura abusó de mí”, lo repitió varias veces.

Ese 12 de julio, minutos después de iniciada una entrevista, el periodista Jaime Cedillo le preguntó qué esperaba de las investigaciones y si pensaba en un eventual resarcimiento por parte del acusado. “Pero en lugar de responder, Alvarado agachó la cabeza, indicó que se sentía mal y ya no reaccionó”, comentó Cedillo posteriormente.

Las protestas cesaron, pero quienes se identificaron como víctimas del exsacerdote continúan juntos su lucha en busca de la justicia de los hombres. (I)

Cronología
Jorge Palacios fue el primero en acusar al exsacerdote

El cuencano de 63 años fue el primero en hacerle frente al cura César C. Lo acusó de violarlo durante 10 años, mientras era estudiante; afirmó que sucedió bajo la complicidad de inspectores y profesores.

Las protestas causaron que el caso se investigara

Las protestas de los ciudadanos que se tomaron las calles cuencanas fueron el detonante para que las autoridades investiguen al cura. Los reclamos se extendieron hasta la Asamblea Nacional.

La Iglesia cuencana hizo frente al tema que aún se debate

Familiares de las víctimas llegaron con las denuncias hasta la Arquidiócesis de Cuenca. En el sitio acusaron al religioso que consta como el fundador de instituciones educativas.

Marcelo Alvarado, supuesta víctima, murió en julio

Alvarado se sumó a las acusaciones en contra del exsacerdote, pero poco tiempo después murió. Dijo que también fue abusado sexualmente mientras era un niño, pero que jamás acusó a César C. por el temor que sentía. (I)

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