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Son artistas nómadas que arriban a Quito como parte de un periplo por toda la región. Algunos planean llegar a Europa

La Ronda reúne el arte de Sudamérica

Los integrantes del Ballet Folklórico Latinoamericano Sheqinah se presentan en La Ronda los jueves, viernes y sábados. Comparten el espacio con otros artistas. Daniel Molineros / El Telégrafo
Los integrantes del Ballet Folklórico Latinoamericano Sheqinah se presentan en La Ronda los jueves, viernes y sábados. Comparten el espacio con otros artistas. Daniel Molineros / El Telégrafo
05 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Quito

En un clima frío, propio de las noches capitalinas, la gente poco a poco llega a los pintorescos restaurantes ubicados en la calle La Ronda, en el Centro Histórico. A medida que oscurece, mientras las casas coloniales se iluminan, es casi imposible caminar por la vía sin chocar con el de al lado.

Es justamente esta afluencia de gente lo que ha hecho que artistas nacionales y extranjeros se tomen la calle de este tradicional barrio quiteño y parte del Parque Urbano Cumandá para exponer sus trabajos.

Bajo el puente Cumandá, arrimando a una pared junto a una fila de retratos hechos en cartulina, se encuentra Pablo Mitacc, un peruano de 37 años que llegó a Ecuador hace 15 días, después de visitar Paraguay, Argentina y Bolivia.

Pablo es pintor y vive de los retratos que hace para los transeúntes. Su habilidad con el carboncillo le ha permitido cumplir su sueño de conocer el mundo.

Siempre quiso una profesión que le dé dinero pero que no lo ate a un solo lugar. En su país natal pintaba dentro de un taller y vendía sus obras en un stand ubicado en su casa en Lima. Se cansó de dibujar encerrado en 4 paredes, así que tomó su maletín, guardó sus lápices y salió a aventurarse por el mundo. “Los retratos son más fáciles de hacer, dibujo más rápido. Todo entra en una mochila, puedo cargarla y llevarla a todas partes” comenta.    

En menos de 10 minutos hace un retrato por el que recibe $ 5. Empieza por los ojos y la sonrisa de la persona que va a pintar, después va al cabello y a los demás detalles.  

Los malabaristas artesanos y las personas que pasan debajo de ese puente disfrazadas de algún personaje de ficción llaman su atención, eso es parte de conocer el Ecuador.

Tiene planificado llegar a Europa. “Voy a seguir viajando hasta encontrar el tesoro. No sé cuál es, pero algo me dice que voy a encontrarlo. Dónde lo encuentre ahí me quedaré”, comenta entusiasmado.

De pronto, una voz imponente interrumpe el relato de Pablo. “Buenas noches, se ubica un poquito más abajo por favor”, dice un policía. Cuando la afluencia de gente aumenta, los artistas urbanos deben ubicarse en una plazoleta pasando el puente de Cumandá, el espacio donde la calle La Ronda colinda con la exterminal terrestre.   

Al llegar a esa zona, saliendo del túnel iluminado, la gente se amontona para observar cómo un hábil artista pinta un paisaje de una luna llena reflejada en una laguna. Es el quiteño Byron Pastor, de 45 años, quien se ubica en el sector desde hace 4 años.

Primero chorrea el líquido hecho a base de petróleo sobre el lienzo blanco. Con una espátula pequeña y delgada empieza a dibujar el paisaje. Cada cuadro cuesta $ 5 y no tarda más de 5 minutos en hacerlos. Y es que el material con el que trabaja se seca pronto.  

Lleva en este trabajo 30 años. Recuerda que descubrió la técnica cuando pintaba tubos en una Petrolera de Esmeraldas. “En uno de ellos se chorreó un color parecido al de mis cuadros. Combinado con un tubo plateado quedó como vetas de oro. Ese momento hice un dibujo ahí, vi que salió bonito y pensé que ahí estaba mi futuro”, relata.   

Dice que a veces “los municipales” interrumpen su trabajo, pero esa sería su única molestia, “porque de ahí yo me hago querer de todo el mundo”.

“Este es mi trabajo. Estos son dones de Dios que con el tiempo uno perfecciona. Muchas veces no se tiene escuela pero se tiene carisma. Estas son cosas originales, no vienen de una escuela de arte. Unos pintores se hacen pero otros nacen, como yo”, dice el hábil artista.

Música moderna acompañada de las carcajadas de la gente inundan el ambiente. Junto a Byron Pastor está un grupo de jóvenes venezolanos que bailan break dance. Se llaman New School Break.

Luis Eduardo Vargas, de 27 años, conocido en el mundo del baile como ‘B-Boy Duck’, forma parte de este grupo. Llegó a Ecuador hace 3 semanas por invitación de un amigo que vive en el país ya 2 años. Su gusto por el baile lo ha llevado a Colombia, México y Europa, lugares donde ha vivido de sus movimientos. Sin embargo, su negocio de venta de gorras le da un ingreso económico extra. Ha participado en algunas competencias de break dance y ha sido jurado de otras. “Esta es la vida B-Boy, de los chicos break”, dice Luis.

La primera vez que trabajó en la calle fue en México y lo hizo por diversión. Poco a poco ganó dinero. De este modo se ha ganado la vida en cada país que visita como en Suiza y en Francia, donde, sin miedo, se tomó sus calles.

Quienes se dedican al break dance han formado una comunidad que se contacta a través de las redes sociales. En sus 12 años sobre las pistas, Luis ha conocido a personas de todo el mundo lo que le ha permitido viajar a diferentes países.  

“Cuando bailo, la sangre me hierve. Es mi pasión, es ya la vida mía, siento amor por esto” dice entusiasmado el bailarín. Hoy utiliza este medio para compartir su talento, robar algunas sonrisas y transmitir parte de su cultura.

Unas gradas más abajo, los bailarines del Ballet Folklórico Latinoamericano Sheqinah llenan de color el paisaje con sus exóticos trajes. Al ritmo de la Saya Caporal, un ritmo propio de Bolivia, los danzantes mantienen la mirada del público en cada uno de sus pasos que con precisión hacen sonar los sonajeros.

El peruano Donald Martínez, de 37 años, dirige a este grupo que tiene 7 años de trayectoria. Él pasó de ser estudiante de Medicina a productor de arte y cultura en este tradicional barrio.

Vive en Ecuador ya 20 años, vino para estudiar medicina en la Universidad Central, pero se retiró en la mitad de la carrera porque ya no podía costear sus estudios. Se dedicó a otras actividades y hoy es ingeniero en sonido. Dice que este ritmo es común en su país natal y en Bolivia, aunque en Perú se lo conoce como Tuntuna. Creció en la playa de Tumbes, donde era impensable escuchar folclore. Su padre fue quien le inculcó este ritmo porque él es de la Sierra.

Desde hace 2 años se ubica en esta zona para bailar. “Las sonrisas de la gente son el mejor pago que tengo. Que el público aplauda es lo mejor, nos llena mucho más que una moneda, nos da una satisfacción grande”, asegura. (F)

DATOS

$ 119 millones fueron invertidos en la revitalización del Patrimonio en el Centro Histórico de Quito desde el año 2009 hasta el 2013, según la Alcaldía.

El parque urbano, deportivo y cultural Cumandá, ubicado en la antigua terminal terrestre de Quito, abrió sus puertas al público el 25 de enero de 2014. Su extensión es de alrededor de 25.000 m².  

La calle La Ronda existe desde 1480. Según el historiador Fernando Jurado, por ella caminaron los primeros incas. Para finales del siglo XVIII, esta calle ya tenía un trazado similar al actual.

La Ronda adoptó su nombre en la época de la Colonia. Antiguamente se la llamaba Jatuna (chorrera) o Ullaguangayacu (quebrada de gallinazos). Fue restaurada completamente durante el año 2006. (I)

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