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Papa rompe protocolo de seguridad

Papa rompe protocolo de seguridad
24 de julio de 2013 - 00:00

Río de Janeiro.- El papa Francisco agradeció ayer a través de su cuenta en Twitter la “acogida tan cálida” que le brindó Río de Janeiro, a donde llegó el lunes para participar en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), evento que registra hasta ahora 355.000 inscritos, 125.000 menos que en la edición de 2011 celebrada en Madrid (España).

En tanto, las autoridades analizaban las fallas de seguridad que permitieron que la gente cercara al Obispo de Roma en su automóvil, así como la violencia que se generó durante una manifestación en contra de los gastos de su visita.

La llegada de Francisco a Río en un coche de paseo que quedó atrapado tres veces varios minutos en el tránsito, mientras una multitud en delirio le lanzaba regalos por la ventanilla y hasta lo tocaba para desesperación de sus guardaespaldas, generó cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.

El ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho, admitió  que hubo errores de comunicación entre los organismos encargados de seguridad, y la alcaldía de Río dijo que el chofer del automóvil se equivocó en el recorrido.

Sin embargo, la Secretaría de Seguridad para Grandes Eventos -dependiente del Ministerio de Defensa- sostuvo que el propio Papa pidió al chofer que disminuyera la velocidad y se detuviera para saludar a la gente.

El primer Papa latinoamericano, que defiende una Iglesia cercana a los pobres, durante su  trayecto  por el centro de Río de Janeiro, en un papamóvil semidescubierto, aupó a varios niños, estrechó manos y no perdió la calma. “No hay que dramatizar lo que sucedió. Todo salió bien, nadie fue allí para hacer daño al Papa”, indicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

Francisco, de 76 años, que ayer hizo una pausa a su agenda pública, rezó por la mañana en la misa en una capilla de la magnífica residencia del cardenal de Río en el morro de Sumaré, donde se aloja, rodeada por la selva tropical atlántica, y tomó helado en el desayuno, informó la prensa local.

El Pontífice tiene previsto visitar hoy el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, dedicado a la virgen negra patrona del país, donde las fuerzas de seguridad encontraron el domingo un explosivo de fabricación casera y lo detonaron.

Enfrentamientos violentos

La noche del martes, poco después de la reunión del Papa con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, sede de la gobernación del estado de Río, centenares de manifestantes que protestaban contra el gasto público de $53 millones que implica la visita de Francisco y la JMJ, fueron dispersados por la Policía con gases lacrimógenos. Tres personas fueron heridas, incluido un fotógrafo de la AFP que recibió un bastonazo de un policía en la cabeza.

En tanto, el arzobispo de Río, Orani Tempestá,  inauguró ayer oficialmente la JMJ con una misa en la playa de Copacabana a las 18:00 (hora brasileña), en la que participaron  un millón de personas. Entre los inscritos al evento destacan los brasileños, con 220.000 personas, seguidos de 23.000 argentinos, 10.800 estadounidenses, 9.200 chilenos, 7.706 italianos y 6.653 venezolanos. El costo de la inscripción oscilaba entre 109 y 600 reales (entre 49 y 272 dólares) por persona, dependiendo de si optaban por solicitar alojamiento o gastos de alimentación.

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