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Los musulmanes huyen del conflicto en Bangui

Los musulmanes huyen del conflicto en Bangui
08 de febrero de 2014 - 00:00

Bangui.- El conflicto en la República Centroafricana se hunde cada vez más en la violencia sectaria y atroz, después de que en las últimas horas se han producido 2 linchamientos públicos en la capital, Bangui, contra musulmanes, una minoría en un país esencialmente cristiano, que parecen llevar la peor parte tras el reciente cambio de Gobierno.

Al menos uno de esos actos salvajes fue protagonizado por miembros de las nuevas fuerzas armadas y ante la presencia de periodistas y soldados internacionales, cuya incapacidad para frenar la violencia es denunciada por organizaciones de derechos humanos. Además, miles de familias de la minoría musulmana están siendo forzadas al exilio.

Toda la población civil  de este país, ubicado en África central, está atrapada en una violencia polarizada al extremo y a merced de los abusos cometidos por los 2 principales grupos armados, los exrebeldes de Séléka (musulmanes) y las milicias civiles Anti-Balaka (cristianas).

Precisamente ayer, un gran convoy de camiones y taxis atestados de civiles musulmanes  abandonó Bangui hacia el norte entre los insultos de una multitud de vecinos, según testigos citados por AFP.

Médicos sin Fronteras estima que en total 40.000 personas se han refugiado en Chad y Camerún.


Médicos Sin Fronteras trató en enero a 1.650 heridos por la violencia de ambas comunidades.
La cólera de la población  llegó al extremo de que  atraparon a uno de los hombres que se marchaba de la ciudad, al que  acusaron de ser un miliciano rebelde de Séléka y lo  lincharon, según el relato recogido por la agencia, que  fotografió un cadáver mutilado a un lado de la carretera.

Además, otro camión fue atacado por milicianos cristianos Anti-Balaka, que fueron rápidamente dispersados por los disparos de advertencia de los cascos azules de la Unión Africana.

El éxodo de los musulmanes, tanto centroafricanos como extranjeros, se ha acelerado después de que los combatientes de la exrebelión Séléka, musulmanes, hayan sido recientemente obligados a desmovilizarse.

Tras un año en el que ese grupo llevó la iniciativa en el conflicto, ahora la mayoría cristiana parece asociar  a cualquier musulmán con esa milicia que durante meses cometió crímenes contra la población.

El caos se magnifica porque al tiempo de que miles salen de Bangui, se cruzan con otros miles que se dirigen hacia los campos de refugiados en los que las fuerzas internacionales protegen en el aeropuerto, de forma separada, a unos 100.000 cristianos y musulmanes.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), solo en los últimos 10 días 9.000 personas, la mayoría musulmanes, han huido a Camerún. Médicos sin Fronteras estima que en total 40.000 personas se han refugiado en los vecinos Chad y Camerún, después de que en las últimas semanas la violencia en la República Centroafricana haya alcanzado niveles ‘intolerables’ y ‘sin precedentes’.

Solo en enero, la ONG informó que ha tratado a 1.650 heridos por la violencia de ambas comunidades, aunque ha expresado especial preocupación por los grupos musulmanes, que se encuentran más ‘aislados y amenazados’ en muchos lugares por los Anti-Balaka.

La Corte Penal Internacional (CPI) anunció ayer la apertura de un examen preliminar, previo a una investigación sobre los  crímenes cometidos en el país.

Pasividad de los cascos azules

El miércoles, ante decenas de testigos, militares centroafricanos lincharon hasta la muerte a otro hombre sospechoso de haber sido rebelde Séléka, después de una ceremonia oficial en la que la nueva presidenta, Catherine Samba Panza, celebró el resurgimiento de las fuerzas armadas.

La ONU y Francia, que tiene desplegados miles de soldados en su antigua colonia, pidieron ‘sanciones ejemplares’ para los responsables de ese crimen.

El ministro de Defensa, general Thomas Théophile Timangoa, anunció la apertura de una investigación, para la que pidió la participación de miembros de las organizaciones de derechos humanos.

Según AFP, decenas de militares centroafricanos participaron directamente en los hechos, de los que hay numerosas pruebas gráficas, y ningún soldado se interpuso. Preguntado por la inacción de los cascos azules africanos presentes en los alrededores, el general Babacar Gaye, representante especial de la ONU en el país, dijo: “Estamos autorizados hasta un límite y no hay que recurrir inmediatamente a las armas en cualquier situación”.

En los últimos días, organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han denunciado la pasividad de estas fuerzas internacionales.

El miércoles fue la primera vez que los mandos de las Fuerzas Armadas se reunían tras la toma del poder en marzo de 2013 de los rebeldes Séléka, cuyo líder, Michel Djotodia, fue forzado a dimitir por la comunidad internacional el pasado 10 de enero. Diez días después fue elegida presidenta por el Parlamento provisional Samba Panza, hasta entonces Alcaldesa de la capital, con el objetivo de lograr la paz.

La coalición Séléka, compuesta por 4 grupos rebeldes, se alzó en armas en el norte del país en diciembre de 2012, al considerar que el entonces presidente, François Bozizé (que huyó a Camerún), no había respetado unos acuerdos de paz firmados en 2007.

En este contexto, el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, evocó la posibilidad de que las tropas francesas se queden en el país más allá de los 6 meses del mandato que le confirió la ONU. En total, la Unión Africana y Francia tienen sobre el terreno unos 4.000 soldados, aunque se espera que la cifra aumente a 6.000. Un contingente de España participa en una misión de apoyo desde los países vecinos.

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