Ayer se recordó en Medellín el 20º aniversario del trágico asesinato del defensor central ‘cafetero’ Andrés Escobar, una de las figuras de la selección colombiana que disputó el Mundial Estados Unidos 1994. El defensa, de 27 años, había jugado 50 partidos internacionales desde 1988.

Durante su primer partido en el torneo estadounidense, Colombia perdió con Rumania (3-1). Si encajaba una nueva derrota ante el anfitrión, Estados Unidos, el Mundial se terminaría para los hombres dirigidos por Francisco ‘Pacho’ Maturana. Y Colombia, que tenía en sus filas a jugadores de la talla de Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, Faustino Asprilla y Freddy Rincón, perdió (2-1) ese 24 de junio de 1994, con un autogol de Andrés Escobar, quien buscando despejar un balón lo envió al fondo de la portería defendida por Óscar Córdoba.

Colombia se quedó fuera del Mundial antes del tercer y último partido de la fase de grupos, que concluyó con una digna victoria ante Suiza (2-0).

Diez días después, de vuelta en su país, Escobar fue con unos amigos a un bar de las afueras de Medellín, ciudad controlada entonces por los narcotraficantes y con una tasa de homicidios de 380 por 100.000 habitantes.

Allá, en el estacionamiento de ese local, fue acribillado de 6 balazos. Según varios testigos, el asesino acompañó cada uno de sus disparos con la palabra “¡gol!”.

El asesino de Escobar, Humberto Muñoz Castro, un escolta de unos hermanos de apellido Gallón Henao, vinculados posteriormente a grupos paramilitares de extrema derecha, fue condenado a 43 años de cárcel.

Sin embargo, fue liberado en octubre de 2005 tras haber cumplido solo 11 años de su pena, lo que indignó a la familia de Escobar.