Es difícil de explicar el fútbol cuando se habla desde el resultado. Y aunque este Mundial nos ha regalado golazos, sabemos bien que el número de balones dentro del arco no es directamente proporcional a una mala calidad de juegos. De hecho, con Brasil 2014 nos fallaron todas las pollas, y enhorabuena. Cada predicción desacertada guarda una boca abierta con gesto de sorpresa. ¿Quién se iba a imaginar un Costa Rica -el equipo más barato después de Honduras- jugando cuartos de final? Pura vida que solo nos regala el fútbol.

A las 11:00, estas últimas semanas, Ecuador todavía no funciona como antes. Caminas y no puedes moverte con facilidad. Las calles son amplias, pero hay tanta gente desconcentrada de su trayecto que tienes que cuidar los codos, los pasos, los cuerpos que te arrollan. Todos caminan mirando y buscando un televisor al paso. Son días de aquellos, de esos que solo vivimos cada 4 años. Días que pasamos bastante acostumbrados a hinchar por otro equipo, porque el nuestro nos cortó la viada con la misma fuerza que el primer rompimiento romántico: en seco y con gestos que alumbraban esperanza, causando el mismo retorcijón que otro buen clavo alivia. Y es que cuando te eliminan buscas la camiseta de otro equipo para hacerle aguante, igualito que si te cortaran en pleno San Valentín, vas por otro clavo, pero la fiesta la celebras.

A las 15:00 Ecuador todavía no funciona como antes. La gente se toma su hora de almuerzo, quizás con retraso, para plantarse frente a un televisor con la ilusión de que no haya alargue y su hora de 90 minutos le alcance. Pero ahí, y como es un mundial contracorriente, la pantalla nos regala un Brasil de rodillas, una naranja con remonte mecánico, un Messi o Di María que nos angustian hasta el final y unos belgas o africanos que las pelean todas. Como se pelea la vida.

La pelota es una pastilla para olvidar -al menos por ahora- la lista de cosas que duelen todos los días. Para muestra el partido Colombia-Costa de Marfil. Dos equipos aparentemente incomparables y que encuentran en el fútbol una válvula de escape de su conflictiva situación. Ese partido nos regaló una Colombia clasificada y un acercamiento a la realidad: Costa de Marfil vivió dos guerras civiles entre 2005 y 2011 y el peligro sigue latente. Colombia completa medio siglo en guerra. Los dos afrontan momentos políticos decisivos para alcanzar la paz. Los dos países son líderes mundiales en producción de café. La mayoría de los integrantes de la selección colombiana nació en zonas de conflicto, lo mismo en el caso de Costa de Marfil. Mientras el ‘Pibe’ Valderrama y las grandes leyendas del fútbol colombiano planean un partido por la paz del país con motivo de los diálogos entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, las estrellas marfileñas lideradas por Didier Drogba mediaron entre bandos opositores y lideran campañas humanitarias en favor de las víctimas y contra la hambruna. Los 22 jugaron sabiendo que son causa.

Las horas pasan y este Mundial nos sigue regalando historias. Ya traía un montón en el marco de sus preparativos y escondía algunas otras hasta su inicio. En medio de partidos que estrujan y resultados que no siempre acompañan al que jugó mejor, también ha sido un mundial que desenmascara: La Federación de Fútbol de Camerún, Fecafoot, investiga las denuncias de presuntos arreglos de partidos por su selección en Brasil 2014 y la posible existencia de 7 elementos de su equipo involucrados. Para hablar clarito, hay indicios de que las derrotas fueron planeadas y programadas, incluyendo la expulsión de Alexandre Song en el partido contra Croacia.

A las 23:00 Ecuador todavía no funciona como antes.

Los televisores permanecen encendidos porque los comentarios y jugadas hay que verlos de nuevo. Es tiempo de Mundial y Ecuador seguirá despierto, muchas horas más, hasta cuando no haga falta el tiempo.