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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

El mundo de las margaritas

08 de diciembre de 2015 - 00:00

Para el común de los mortales (colectivo al cual pertenezco) cuando los técnicos ambientales pronostican sobre el desarrollo de los fenómenos climáticos, nos explican que muchas veces estos se obtienen mediante la aplicación de un modelo. Con esta respuesta, ponemos cara de académicos, para disimular nuestro desconocimiento de esta herramienta moderna empleada en sustitución de la bola de cristal utilizada por nuestros viejos adivinos o de los presagios sobre la duración del invierno que leía sin equivocarse mi abuelo, observando la maduración de los mangos.

Sin frivolizar con la broma, es importante explicar que el modelo es obtenido mediante el ingenio y la investigación de los expertos para obtener la simulación de una realidad de los comportamientos de sistemas complejos ante situaciones difíciles de observar en la realidad, los cuales, muchas veces, se expresan mediante complicadas ecuaciones, que simulan las causas o mecanismos naturales que dan lugar al fenómeno estudiado.

En 1969, el investigador británico James Lovelock presentó al mundo un conjunto de modelos científicos de la biosfera elaborando la hipótesis de Gaia, en la cual se postula que la vida fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma. Según la hipótesis, “la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales, tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos”. Esto sucede en condiciones normales.

Para explicar la hipótesis, en 1983 Lovelock y Andrew Watson presentaron una simulación por ordenador de un mundo ficticio de margaritas blancas y negras (el mundo de margaritas). “Sin más vida en el planeta, las margaritas conseguían regular la temperatura de la Tierra gracias a las propiedades de absorción del calor de las negras y de refracción de las blancas. En el sistema dinámico, el Sol cambiaba de temperatura y gracias a la vida en el mundo, la temperatura allí tendía a regularse, variando el número de margaritas dependiendo de la temperatura. En la misma simulación en un mundo sin vida, la línea de temperatura de la Tierra seguía a la línea de temperatura del Sol, sin que existiera tal regulación”.

Esta hipótesis estaría liberando al efecto invernadero (GEI) provocado por el consumo excesivo de combustibles fósiles de los países industrializados causando los desastres del calentamiento del cambio climático. Se estima que los daños causados por efecto del CC, en los países latinoamericanos y del Caribe, que están en vías de desarrollo, podrían costar 100.000 millones de dólares anuales para 2050 si las temperaturas promedio suben 2 grados Celsius, sobre los niveles preindustriales.

En 2007, el cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sostiene que la posibilidad de que las emisiones humanas GEI es del 90%. La paradoja está en que la región produce solamente el 11% de las emisiones GEI, mientras que no más de cinco comunidades industrializadas sobrepasan el 60%. (O)

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