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El Telégrafo

¿Cómo sueñan las personas no videntes? (Galería)

¿Cómo sueñan las personas no videntes? (Galería)
08 de febrero de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Siempre se creyó que los sueños de las personas no videntes estarían plagados de sensaciones táctiles, auditivas e incluso cinestésicas —sensación de movimiento— pero carentes de cualquier contenido visual.

Los científicos pensaban que al no tener ninguna experiencia visual, su cerebro era incapaz de generar algún tipo de imagen mental. Esta aparente certeza quedó sin mayor fundamento cuando un grupo de personas no videntes fue sometido a diversas pruebas científicas para conocer en qué soñaban. Durante su evaluación, algunas de estas personas fueron capaces de hacer representaciones gráficas del contenido de sus sueños, en forma de dibujos similares a palmeras, nubes, soles e incluso figuras humanas. La principal conclusión de este estudio fue que en los sueños de las personas que carecen de vista, habría, en algunos casos, una activación de ciertas áreas cerebrales, responsables de las representaciones visuales. Los estudios sobre este tema no han finalizado, por el contrario, cada vez se recogen más testimonios de personas no videntes que relatan sus sueños.

Cada experiencia es diferente: mientras algunos aseguran ver imágenes, otros pueden escuchar, hablar e incluso oler. Manuel Taipe, quien perdió la vista cuando tenía solo 3 años, comenta que sus sueños son recurrentes. “Sueño con perros, aunque no los vea. Cuando los acaricio me imagino cómo lucen y los sueño con bastante frecuencia”. Manuel es músico y aunque sus sueños no son visuales, puede experimentar diferentes sensaciones cuando está dormido. En repetidas ocasiones, ha soñado que se encuentra junto a un río y que sumerge su mano para sentir la temperatura del agua. “A veces siento que está fría y otras veces caliente; es como si estuviera en la realidad junto al río”. No siempre escucha el sonido del agua que corre, pero sí puede sentirla escurrirse entre sus dedos. Manuel perdió la vista a consecuencia de una meningitis aguda que lo afectó a temprana edad.

De un momento a otro, tuvo una fiebre altísima que -según le contaron- afectó sus nervios ópticos y perdió la visión. Aunque esto ocurrió en su primera infancia, recuerda figuras y paisajes borrosos de la provincia donde nació: Cotopaxi.

Estas figuras aparecen, con cierta frecuencia, en sus sueños. “No recuerdo el rostro de mi madre ni el de mi hermano, pero siempre tengo presentes algunos momentos de mi infancia como cuando entrábamos con mi hermano a algunas boticas antes de que perdiera la vista.

Manuel, de 58 años, aprendió a desplazarse por Quito, ciudad donde se radicó, para no depender de nadie. Aun así, su hijo, con quien comparte el gusto por la música, suele acompañarlo cuando tiene alguna diligencia.

Ha desarrollado tanto el sentido del tacto que cuando duerme este parece potenciarse. Una vez soñó que acariciaba a un gato y podía sentir su pelaje.

Vladimir Ganchala, docente en educación especial, perdió la vista cuando tenía 11 años; fue un proceso progresivo provocado por un atrofiamiento de los nervios ópticos. Esta condición nunca le impidió desarrollar sus metas profesionales. Desde hace algunos años realiza adaptaciones a los textos de educación básica para estudiantes no videntes. Alguien le comentó que había una investigación sobre los sueños de los no videntes y que, según esta, las experiencias de cada persona son siempre diferentes.

Sus alumnos -dice- le han comentado que en sus sueños no hay colores y son, además, más auditivos que visuales.

“Algunos me cuentan que sueñan con figuras geométricas, porque pueden sentir la forma del compás o de la regla. Saben que tiene una determinada forma y textura y esas percepciones se reflejan en los sueños, pero no en todo su contexto, porque no pueden visualizar los colores. Vladimir los califica de sueños abstractos y, en muchos casos, inanimados.

Aunque perdió la vista a los 11 años, todavía guarda en su memoria algunos recuerdos de paisajes y otras imágenes que a veces se proyectan cuando duerme. Hace algunas semanas, le contó a su esposa que había soñado con un cementerio y fue capaz de distinguir, con bastante precisión, la división de las paredes donde reposan los ataúdes.

En otras ocasiones, escucha el trinar de los pájaros y se los imagina volando. Durante casi 15 años trabajó en la Amazonía y aunque no podía ver el entorno que lo rodeaba, pedía a otras personas que le describieran lo que sus ojos no veían. Las descripciones se centraban en los frondosos árboles de la región amazónica y en las aves propias de la zona. Esto le impresionó tanto que varias veces ha soñado que está rodeado de árboles, aunque no recuerde con precisión su forma.

Su amigo Mario Puruncajas, actual Presidente de la Federación Nacional de Ciegos del Ecuador, también perdió la visión cuando tenía cerca de 20 años debido una enfermedad conocida como retinopatía pigmentosa, que se caracteriza por la degeneración progresiva de la estructura del ojo sensible a la luz. Además, la retina pierde, poco a poco, las principales células que la forman: los conos y los bastones. Esta dolencia afecta a una de cada 2 mil personas y es la causa de la ceguera total. Cuando Mario perdió la vista, grabó los rostros de su esposa y otros familiares. “Los recuerdo siempre jóvenes. Conservo la imagen de un amigo cuando éramos jóvenes y ahora me cuentan que ya tiene arrugas e incluso canas”. En repetidas veces, sueña con personas que conocí cuando veía, por ejemplo, a mi madre, a mi padre y, por supuesto, a mi esposa. En sus sueños escucha las voces de sus seres queridos, aunque sus fisonomías se desvanezcan.

Todos tenemos la experiencia de soñar y quizás por ello sabemos lo que significa; según los científicos, esta actividad mental que ocurre en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vívida que se experimenta como si fuera la realidad. En ocasiones, incluso las emociones que muchos sienten, como el miedo, el regocijo, la tristeza, la vergüenza, la ira y la culpabilidad pueden alcanzar la fuerza suficiente para provocar que las personas se despierten.

Cuando Roberto Ayabaca, de 10 años, sueña, también experimenta estas sensaciones. Su madre, Lilia Tipán Condolo, cuenta que Roberto, ciego de nacimiento, suele soñar con voces, en especial, la de ella, la de su padre, la su hermana y, a veces, con las de sus compañeros del colegio. “Nunca ha soñado con imágenes, aunque le gusta sentir con sus dedos el rostro de las personas que lo rodean”. Este niño, estudiante de violín en el Conservatorio Nacional de Música, también suele percibir sensaciones táctiles cuando duerme. Al igual que los de otros niños, sus sueños tienen elementos cotidianos como la vida en la escuela, en el hogar, los seres cercanos o incluso los programas de televisión que escuchan aunque no los puedan ver.

Lo que cuentan los no videntes de nacimiento es que sueñan con lo que representa el mundo para ellos, incluido su propio universo interior. La psicóloga Zara Niebles señala que también están presentes las texturas, las sensaciones corporales y los sabores. Soñar es, en realidad, una función vital, ya que indagamos sobre nuestros deseos y necesidades, aspiraciones y, por supuesto, temores. Llegar a recordar lo que se ha soñado puede ayudar a desenmascarar las emociones guardadas, los recuerdos enterrados y las vivencias no comprendidas, por lo que es altamente terapéutico.

Una de las figuras más importantes para el entendimiento de lo que soñamos fue sin duda el psicoanalista Sigmund Freud. Sus descubrimientos se basaron en que al soñar se tiende a resaltar las emociones que han quedado enterradas en el subconsciente, y suben a la superficie consciente durante el sueño. Los sueños pueden ser tal como ocurrieron en la realidad vivida, es decir, sin deformación, o incluso deformados de manera intencional por nuestra psique.

Según Freud, los sueños sirven para comunicar aquello que la mente consciente no puede aceptar: deseos inconscientes que no se quieren reconocer, por ejemplo.

Tania M. también perdió la visión cuando era una niña. Comenta que tiene sueños recurrentes. “Sueño que estoy con mis amigos o que estoy caminando con mis padres, aunque no vea nada, estoy realizando esta acción de caminar o conversar con la gente que me rodea”. En sus sueños también puede oler. En una ocasión soñó que podía saborear una pizza. Darío Chuquilla comparte esta experiencia y añade que mientras duerme también es capaz de sentir la energía de las personas que lo rodean. “En mis sueños puedo distinguir los diferentes tonos de voz. Mis sueños nunca son aburridos”.

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