No toda Inversión Extranjera Directa (IED) es buena. Algunas razones para afirmar esto son la poca generación de empleo, la limitada transferencia de tecnología y conocimiento y el reducido impulso a la transformación de la matriz productiva. Pero además, algunos inversores no se sienten cómodos aceptando las condiciones jurídicas que los gobiernos aplican para que se ejecute la IED.

Esta experiencia se ha vivido Ecuador y en la mayoría de los países de América Latina, donde los inversores han sido los que ponen las reglas de juego, atentando contra la soberanía económica de las naciones. Las relaciones de poder están cambiando. Por ejemplo, la empresa canadiense Kinross-Aurellian que, ante la reforma a la Ley Minera, decidió hacer maletas y abandonar el país.

El promisorio proyecto aurífero Fruta del Norte permanece ahí, hasta la llegada de un inversor que respete las condiciones jurídicas ecuatorianas, recupere sus inversiones y tenga una ganancia justa que beneficie también al Estado, dueño de los recursos naturales.

Pero además, hay ejemplos en los que en vez de beneficiarnos con la inversión, hemos resultado perjudicados. El caso de la petrolera estadounidense Occidental es uno. La empresa demandó al Estado en mayo de 2006 por la caducidad del contrato de participación en el bloque 15, al haber cedido el 40% de los derechos a la canadiense Alberta Energy Company (AEC), sin la autorización del Ministerio de Energía. La demanda por 3.370 millones de dólares, casi quintuplica la inversión de 808 millones que tenía previsto realizar en los 21 años de operación en el país (1985-2006).

Ya antes ganó otra batalla al Estado por el IVA petrolero (75 millones de dólares) que tuvo que pagar el actual Gobierno, a pocos meses de haber asumido el mando el presidente Correa. Una herencia que trasciende la esfera de la lógica.

Ahora, el actual Régimen anunció su nueva política de IED que, a través del ministro coordinador de Política Económica Patricio Rivera: “Vendrán al país únicamente los capitales que reporten beneficios a la nación”.

Con ello se quiere asegurar no solo el aporte de capitales extranjeros, sino también de tecnología, creación de mano de obra y el cambio de la matriz productiva.