Era previsible que las medidas adoptadas por el Gobierno para exigir mayor calidad a los productos importados y para reducir importaciones pudieran derivar en el mediano plazo en la desaparición de artículos de algunas marcas de las perchas de tiendas y supermercados. Pero una cosa es que, por ejemplo, la margarina de la marca preferida de un hogar no llegue a las estanterías por el proceso antes descrito y otra muy diferente es hablar de escasez de productos, es decir, que no se encuentre ningún tipo de margarina en el mercado. El fenómeno de la escasez —en este como en otros países, con o sin intereses de por medio— exacerba los ánimos y provoca distorsiones tanto en la economía como en la vida de las personas.

La sustitución de importaciones es una política que plantea esfuerzos tanto del Gobierno como de la empresa privada, pero también de los ciudadanos-consumidores y, ahí existe una tarea pendiente porque si bien muchos podrían alegar la “libertad” del comprador de adquirir el bien que prefiera también es necesario comprender que esa política no responde a un capricho del Gobierno sino a la situación del sector externo (deficitaria) y a la transformación de la matriz productiva con miras a fomentar la industria nacional.

En las perchas sí se encuentran productos locales para satisfacer las necesidades y muchos son de calidad, pero el estereotipo de que “lo importado es mejor”, por un lado, y la falta de promoción, por otro, hacen que el consumidor ni siquiera experimente. Por ahí hay que empezar: como consumidores hay que probar y las opciones nacionales sí pueden ser mejores que las importadas. Romper con la tradición de comprar marcas extranjeras puede ser difícil, pero las alternativas están ahí y es factible “arriesgarse” y probarlas.

Por otra parte, no hay que dejar de lado la importancia de que autoridades y sector privado evalúen seriamente las medidas para tener claridad sobre lo que en este momento es posible producir aquí y lo que no, incluso existirán productos que no se podrán producir —ningún país produce todo lo que consume—. En otros casos existen materias primas específicas para determinadas industrias que están incluidas en las normativas y que no se encuentran. Sin embargo, lo más importante está en manos del consumidor: elegir.