Muchos creen que la tan esperada Ley de Aguas que está en debate desde 2009 no se aprobará ante la conflictividad que genera. Incluso, el presidente Rafael Correa advirtió en su Informe a la Nación, el 24 de mayo, que si el tema es manipulado por distintos sectores para causar problemas, él no dudaría en vetar completamente la ley si la Asamblea llegara a aprobarla.

El agua es un recurso vital para la vida humana y está presente en casi todas las actividades. Su omnipresencia hace muchas veces olvidar que no se trata de un recurso inagotable y que, por el contrario, su escasez podría generar un mundo que ni alcanzamos a imaginar.

Su carácter estratégico mueve la codicia y el interés de muchos. En 2000 generó hasta un episodio conocido como ‘La Guerra del Agua’ en Cochabamba, Bolivia, donde se registraron permanentes y nutridas manifestaciones ante el anuncio de la privatización del abastecimiento del agua potable.

En el Ecuador, la creación de una nueva normativa está determinada por la Constitución de 2008, pues la ley vigente data de los setenta, pero mientras eso ocurre (si ocurre), el Gobierno busca a través de algún mecanismo ordenar un sector en el que reina la concentración (en manos de unos pocos está la mayor parte de agua disponible para riego, por ejemplo), la confusión (existen miles de concesiones que requieren ser auditadas) y hasta el abuso (muchos usan el agua para actividades lucrativas pagando poco o nada). De ahí la reciente promulgación del decreto No.310 que reorganiza la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) y crea la Agencia de Regulación y Control del Agua (ARCA) y la Empresa Pública del Agua (EPA).

La institucionalidad puede ser el primer paso, pero hay mucho por hacer —con o sin ley— en el tema del agua, no solo porque sustenta la totalidad de las actividades productivas, porque es clave para la agricultura garantizando la alimentación o porque posibilita una mejor calidad de vida y de salud, sino también porque en este lado del mundo el recurso es todavía abundante en comparación con otras latitudes y es urgente cuidar las fuentes de agua como los páramos y la Amazonía, algo que debe ser tan prioritario como la administración y gestión del recurso.