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Las dietas también engordan

Las dietas también engordan
17 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción de7en7

El sistema de control del apetito puede sufrir un desequilibrio al seguir una dieta y la razón es sencilla: es posible que esta haga a las personas más proclives a realizar ingestas compulsivas.

Los nutriólogos son partidarios de que los individuos ingieran lo que deseen, pero siempre y cuando sea lo que el cuerpo necesita, eso significa consumir alimentos bajos en grasa y azúcar. En una de sus publicaciones, la española Blanca Galofre, experta en nutrición, indicó: “Nuestros ancestros sabían por intuición lo que les convenía ingerir para realizar su actividad diaria, comían para vivir; hoy mucha gente vive para comer sometiendo sus decisiones respecto a la comida a impulsos regidos por las emociones”.

Los especialistas han comprobado que un régimen muy restrictivo puede debilitar los mensajes internos de hambre y saciedad, además de incrementar el deseo por consumir los alimentos restringidos.

Según la revista Consumer, la estrategia más efectiva para perder peso no consiste en seguir una dieta, y mucho menos una dieta “concreta”, tal y como detalló el interesante texto ‘Una llamada a finalizar los debates dietéticos’, publicado en agosto de 2013 en JAMA. En este, Sherry L. Pagoto y Bardley M. Appelhans explican que seguir un régimen para adelgazar es como contemplar solo una dimensión de un objeto que en realidad es tridimensional.

Las otras 2 dimensiones son la modificación del comportamiento y el incremento en el ejercicio físico.

Insisten en que la clave de la dieta no es su proporción de macronutrientes, sino en qué medida el paciente se adhiere a ella, razón por la que debe ser personalizada. Por otro lado, un reciente informe publicado por la edición electrónica del diario argentino El Clarín, sostiene que hay muchas personas que se encuentran atrapadas en un círculo vicioso: deseo de adelgazamiento, dieta de hambre, descontrol alimenticio y, por supuesto, rebote de peso.

Pero lo más llamativo es que en ningún momento cuestionan estos métodos, no se plantean siquiera la relación costo-beneficio, aun luego de haberla experimentado en su propia carne, aun luego de haber hecho muchas dietas para luego volver a igual o mayor peso. No cuestionan la duración del descenso y, si recuperan peso, su respuesta es: “el método era bueno, ¡solo que yo no pude continuarlo!

Según los especialistas en nutrición, la privación mental de comida y de placer puede producir descontrol alimentario. De hecho, no es necesario privar de calorías a alguien para producir dicho descontrol. Con solo quitar a un individuo el placer de la comida se produce este fenómeno.

La disminución real y concreta de comida, o simplemente la idea presente o futura de dieta, descontrola a las personas respecto de la comida. Pero, una vez que se dispone de alimento nuevamente, se comerá en exceso. Por esta razón, seguir una dieta es el mayor predictor de descontrol alimentario y, por lo tanto, el mayor predictor de aumento de peso. Un reciente artículo publicado en el diario estadounidense The New York Times advierte que si las personas están interesadas en bajar de peso, deberían dejar de hacer dietas, porque, entre otras razones, estas son temporales y no funcionan. Incluso hay muchas que pueden afectar la salud.

Lo mejor es comer de forma más saludable y para eso lo mejor es tomar decisiones permanentes, como dejar de comer ciertos alimentos para remplazarlos por otros y, al mismo tiempo, reducir el consumo de otros más.

Sobre este tema, la nutricionista ecuatoriana Francisca Cifuentes señala que de vez en cuando sí es posible darse un lujo, por ejemplo, disfrutar de un postre, de una comida rica en carbohidratos, pero siempre con moderación. Si las personas llegan a comer sanamente el 80% de las veces, un pedazo de torta ocasional no le engordará.

“Esto es un estilo de vida permanente que elimina el efecto rebote que hace que su peso baje y suba como un yo-yo”.

La mayor parte de personas se preguntan ¿qué hago si quiero perder peso rápido? Si pierde peso demasiado rápido eso significa que se estará muriendo de hambre o no está comiendo los nutrientes que su cuerpo necesita para mantenerse saludable. Eso nunca es bueno, sin importar cuanto peso pierda. Además, la pérdida muy rápida de peso puede dañar su metabolismo y causar que gane peso más rápido que antes si empieza a comer mal nuevamente. El adelgazar muy rápido no es realista.

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