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El centro histórico de Cuenca tuvo cambios arquitectónicos

El centro histórico de Cuenca tuvo cambios arquitectónicos
27 de febrero de 2016 - 00:00 - Redacción de7en7

Calles adoquinadas, infraestructura que data de los siglos XVIII, XIX y XX, y fachadas que encierran la coexistencia de lo antiguo con lo moderno. Esta es una muestra de lo que caracteriza al centro histórico de Cuenca que en 1999 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.  En esta zona, aún se puede observar lo que fue la capital azuaya en 1557, cuando fue fundada por el español Gil Ramírez Dávalos.

Desde el principio hubo una clara definición de cómo debía establecerse la ciudad. Por ejemplo, según Juan Martínez Borrero, catedrático de la Universidad de Cuenca y miembro de la cátedra abierta de Historia, la calle mayor de la ciudad, desde el acta de fundación, se  ubicó en dirección al mar para facilitar el intercambio comercial y mercantil con Guayaquil.

Actualmente es la calle Simón Bolívar. También, todo se situaba en torno a la plaza principal que se sitúa donde hoy es el parque Abdón Calderón. En aquellos años la plaza era de tierra y con una fuente de agua en el centro que fue colocada en el siglo XVIII. En la transición del siglo XIX al XX la plaza toma la forma actual que incluye vegetación y decoraciones.

Las cuadras en torno a esta plaza medían alrededor de 100 m, se dividían en solares (la cuarta parte de una manzana) y eran destinadas a comunidades religiosas y a personas consideradas importantes. 

En el lugar se situó la iglesia Mayor, que a finales del siglo XVIII se convirtió en Catedral. También se estableció la casa del Cabildo que a su vez sirvió de cárcel. Allí actualmente es la municipalidad pero la residencia original fue derrocada en la década de 1950.

En la fundación de la capital azuaya, las casas de Cuenca solían ser de una planta y pocas tenían segundo piso. Esto cambió después de la Independencia de Ecuador, porque el país empezó a participar en el mercado mundial, y en Cuenca comenzaron a explotar algunos productos que tuvieron éxito en el comercio internacional como la cascarilla, zarzaparrilla y bejuquillo. Además, de acuerdo con Martínez, alrededor de 1850 se da el primer auge de los sombreros de paja toquilla.

“La gente empieza a tener más dinero e invierten en una reforma urbana que transforma la ciudad de manera bastante radical entre 1870 a 1930”, explica Martínez.  En esta época, la gente quiere tener casas más grandes por lo que construyen edificaciones de 2 o 3 pisos. Además, se produce una fuerte influencia de la arquitectura francesa; la mayor parte de las iglesias son sustituidas por nuevos templos, por ejemplo, se derrocó la iglesia de los Jesuitas y se construyó en la parte posterior una catedral.

También se derrocó la iglesia de San Agustín y se construyó el templo de los padres Redentoristas. En esos años se produjo un cambio en el centro histórico. En gran medida esta es la fachada que se mantiene actualmente, tomando en cuenta que entre 1950 y 1960 también se derrocan varias casas antiguas, como el ex-Palacio Municipal y el edificio de la gobernación, y se los sustituyó con edificios más modernos.

“Ya para la década de los noventa y principios del siglo XXI muchas casas permanecieron solamente en fachada y la parte posterior fue convertida, por ejemplo, en parqueadero, tiendas de muebles, hoteles o se sustituyó la parte interior por otro tipo de edificaciones”, explica el catedrático y agrega que antes las casas tenían huertos y jardines interiores, característica que se ha perdido. Con el transcurso de los años,  el número de residencias en el centro histórico de Cuenca disminuyó, pues la gente prefirió vivir en las periferias, es así que actualmente el uso de esta zona es principalmente de carácter comercial, hotelero y de servicio de restaurantes.

En la época de la fundación, la ciudad se conformaba con 4 cuadras al norte desde la plaza mayor, 4 al sur, alrededor de 5 al este, y 5 al oeste. La zona de San Blas, que hoy también conforma el centro histórico, en el siglo XVIII se la consideraba un sector de las afueras de la ciudad.

Según Martínez, actualmente el centro histórico es toda el área que la Unesco declaró como Patrimonio Mundial que constituyen alrededor de 14 cuadras de ancho por 12 de largo.  Aún se puede observar que la mayoría de las casas del centro  tienen techos de teja fabricada de forma artesanal.

La mayoría de las casas que fueron construidas entre 1870 y 1930 eran de adobe y de bajareque. “Uno ve las casas y no parecería que son así, pero si se observa los costados es fácil darse cuenta de que esas casas están hechas de adobe en el primer piso y de bajareque, que es más liviano”.

Según explica, en el segundo y tercer piso, hay una cobertura de estructuras de madera y su techo de teja sobre una estructura de carrizo, que localmente se llama “enchacleado” de carrizo.

Esto se embellece en la fachada y en los interiores con detalles como de estuco en forma de flores y los detalles de hojalata pintada ubicada más frecuentemente en los cielos rasos. Las maderas también están talladas con motivos florales. Los balcones eran de hierro forjado o de madera y las puertas eran grandes con llave de canuto, aunque este elemento también se ha perdido.

Existen varios hoteles que restauraron casas viejas convirtiéndolos en atractivos para los turistas. Por ejemplo, dice Martínez, el hotel Santa Lucía que mantiene el patio con árboles y cuyos  corredores del primero y segundo piso rodean este patio y el hotel Carballo que usa la arquitectura de la década de los cuarenta.

En el centro de Cuenca, los turistas podrán disfrutar de las  iglesias, parques, museos y catedrales. Además, la zona está libre de cables y letreros.

La infraestructura da cuenta de los diferentes momentos históricos de la ciudad. 

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Esta entonación tan particular es una manifestación de sincretismo y de mestizaje cultural cañari-inca e hispánico. El cantado es un rasgo de la personalidad del azuayo. En Cuenca, en especial, sus habitantes también utilizan algunos modismos.

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