Los secretos del Inka Wasi todavía aguardan los recursos para protección e investigación

Uno de los mayores descubrimientos arqueológicos en la Sierra norte continúa deteriorándose a pesar del mantenimiento básico que le da el Municipio de Ibarra. En la actualidad se gestionan los recursos económicos para financiar un proyecto de protección y proyección turística del denominado Inka Wasi que se encuentra a la intemperie y a merced de los elementos.

Se trata de los vestigios del palacio de Atahualpa que, según los expertos, fue levantado por Huayna Cápac como homenaje al nacimiento de su hijo. Allí el último inca, Atahualpa, tomó la ‘borla’ o símbolo de poder del Tahuantinsuyo.

Hace 10 años, este hallazgo situado en la parroquia urbana Caranqui, en el cantón Ibarra, causó revuelo. Las investigaciones pusieron en evidencia estructuras de edificios, un sistema hidráulico, material cultural del período de Integración (500 d. C a 1.500 d. C) e inca.

“Es posible que estos vestigios arquitectónicos estén dentro de un contexto más amplio del complejo inca (almacenes, tambo y otros servicios infaltables del régimen y del sistema imperial) y que aún no son identificados”, explicó Noriel Santamaría, técnico de Patrimonio Cultural y Arquitectónico del Cabildo.

En la actualidad, la Municipalidad busca por lo menos $ 300 mil para construir la cubierta de este complejo y hacer obras adicionales de protección, adecuación turística y difusión. Según Santamaría, esta labor no es sencilla y se está solicitando la ayuda internacional.

El Inka Wasi se encuentra a 5 minutos del centro ibarreño. Se puede llegar allí por la avenida Atahualpa ya sea en bus urbano, taxi o vehículo particular.

En la esquina de las calles Princesa Paccha y Huaca se aprecia un cerramiento antiguo que enmarca un terreno de unos 5.000 m². Adentro, los expertos del ex-Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural del Cantón Ibarra (Fonsalci) encontraron los rastros de lo que sería el asentamiento Inca más septentrional del Tahuantinsuyo del siglo XVI.

“Estuve aquí hace 10 años y las piedras de la piscina me gustaban porque se veía del color de la piedra pómez. Era sorprendente, pero ahora están manchadas y opacas. Es una lástima que se haga tan poco por este lugar”, opinó Elsie Carranza, turista quiteña que el lunes 24 de octubre se hallaba en esa zona para saborear los helados de frutas famosos en esa parroquia.

En los últimos años, el Municipio realizó el levantamiento topográfico de la estructura, el plano altimétrico, la construcción del Centro de Interpretación Cultural que exhibe una arquitectura y estructura contemporáneas y el tratamiento de las áreas verdes. De esto último y de la vigilancia se encarga Roberth Arunate. “Tratamos de mantener a raya a los huaqueros que en varias ocasiones han intentado ingresar. No les importa el valor patrimonial de este complejo. Yo me pregunto qué más habrá bajo tierra, pues lo que se ve es impresionante”.

Arunate alterna la labor de guardia con la de limpieza. Con una brocha y un bailejo en las manos retira la tierra y las malas yerbas de las piedras del estanque, de los muros y acuíferos. El arqueólogo peruano, Luis Lumbreras, experto en la cultura inca, aseguró que el Inka Wasi contendría vestigios envidiables y sería un crimen contra la cultura detener la investigación.

Con la ayuda de expertos norteamericanos Lumbreras utilizó un equipo de resonancia magnética para detectar estructuras enterradas y 3 enterramientos o tumbas.

Según datos de 1595 de un huaquero español, el Inka Wasi ocupaba un área de 20 cuadras. Es decir que toda Caranqui estaría sobre el templo del Inca. (I)