Mujeres obsesionadas con verse jóvenes

Mallas, pantalones de cuero, plataformas, blusas con escotes, botas y minifaldas, la moda juvenil no es solo para las chicas, muchas mujeres entre 40 y 55 años salen a las calles usándola. Pero no solo son prendas de vestir, también adoptan modos de comportamiento, gustos e imaginarios.

Se trata de la midorexia, un término que en Ecuador no es muy utilizado, pero que se refiere a la crisis que experimentan muchas mujeres de mediana edad en la que necesitan sentirse jóvenes. Este comportamiento es más conocido como ‘segunda adolescencia’, y aunque es más evidente en mujeres, los hombres no se escapan de padecerla.

El término fue usado por primera vez por la británica Shane Watson, en su artículo ‘Minifaldas y belleza eterna: el aumento de la midorexia’, publicado en marzo de este año en The Telegraph. Watson explica que la midorexia “es la creencia de que no solo puedes ser atractiva para siempre (algo bueno), sino que, de hecho, ahora eres más atractiva que nunca y que sería un crimen no aprovecharse de ello antes de que sea demasiado tarde”.

El término no es oficial y, según el portal web www.fucsia.co, provendría de la combinación  entre el sufijo -rexia, que señala una obsesión, y la palabra -mid, por la contracción del inglés middle, aludiendo a la mitad de la vida.

Para estas mujeres los 50 son los nuevos 30, y cualquier tratamiento estético y cirugía plásticas es válido para frenar el reloj natural de la vida. Tienen la sensación de que están en la mejor etapa de su existencia.

Según la psicóloga clínica Fernanda Bermúdez, la midorexia no está identificada como un trastorno de la conducta en sí mismo, está tomada más bien como un fenómeno social.

“Las mujeres de mediana edad se quieren sentir atractivas, jóvenes y estar siempre bien presentadas. El problema radica en que lo hacen de forma exagerada utilizando ropa y actitudes que no necesariamente corresponden a la edad que tienen”, dice Bermúdez.

De acuerdo con el portal web, la midorexia es una actitud que se proyecta en todas las dimensiones de la vida, es tal su convencimiento de que no hay temporada mejor que la actual, que está destinada a aprovecharla al máximo, es esta su época dorada, no cualquiera de las anteriores.

Esta crisis suele coincidir con la menopausia, una época en la que la mujer vive cambios psicológicos y fisiológicos, en que siente la necesidad ser vista por lo que toma actitudes juveniles, un poco alocadas. No se dan cuenta de estos comportamientos, según la especialista, se da como una especie de ceguera en cuanto a los signos de la edad, no es que ellas sean totalmente conscientes de cómo se miran, no es que quieren aparentar menos edad, sino que ellas se sienten y se miran de menos edad.

Según la socióloga Alejandra Delgado, esta crisis se relaciona con una afirmación general de las sociedades hacia juvenilizarse, tomando en cuenta que en la mujer hay más presión social sobre estereotipos, pues el ojo social está más impuesto hacia el proceso de envejecimiento femenino.

En algunas sociedades la vejez tiene una valoración muy fuerte en términos de sabiduría. Pero en otras envejecer está ligado a la improductividad, a la exclusión, de ahí que afirman y aceptan la posibilidad permanente de verse jóvenes.

La publicidad, que rinde un culto a la juventud y presenta referentes de belleza, cumple un papel fundamental en esta crisis. Estas mujeres tienden a compararse entre lo que ellas son y cómo lucen con la imagen de la publicidad, entran en una búsqueda para llegar a ser como la modelo del comercial. El interés de la lógica general del mercado es afirmar los valores de juventud. Para Delgado, la publicidad necesita al adulto juvenilizado porque es más propenso al consumo. Pero, de acuerdo con la socióloga, no solo se consumen bienes, sino también imaginarios, ideales, modos de vida y modos de pensar.

Cada mujer es libre de vestirse y comportarse como desee. Sin embargo, según Bermúdez, cuando se observa comportamientos que bordean una línea entre lo normal y lo que ya no es normal, es importante una intervención. De acuerdo con Delgado, cada grupo de edad viene ligado a procesos sociales, a posibilidades y restricciones. Esto no es universal, depende de cómo colectivamente hayan adoptado esas convenciones una sociedad.

Al intervenir en el comportamiento de estas mujeres, su entorno cumple un papel fundamental; la familia y la pareja deben darle mayor sentido de realidad a la mujer midoréxica, hacerla sentir aceptada valorando las cualidades que tiene para que no se sienta insegura. Y es que estas mujeres tienen una angustia interna que no necesariamente proyectan o son conscientes de ella, sino que más bien aparentan ser más sociables y simpáticas.

“Es temor a no sentirse amadas, valoradas, aceptadas, hay una conmoción interna más ligada al tema de la juventud, por un lado, y por otro, del envejecimiento”, dice Bermúdez.

Esta crisis se da por la edad, conforme pasa el tiempo la persona va tomando mayor sentido de la realidad, desaparece la ceguera y reconoce y valora la edad que tiene.

Watson relaciona la midorexia con el comportamiento de varios artistas, pues son el ejemplo del deseo de tener la juventud eterna. (VEC)

Consejos

Es importante que mujeres y hombres midoréxicos tengan una terapia psicológica que les permita entrar en un proceso de autoaceptación. Deben trabajar en su autoestima y en su seguridad para que identifiquen los beneficios que tiene determinada edad.

Cuando empiezan a envejecer, muchas mujeres entran en un estado de depresión porque no aceptan cómo se miran y cómo los otros la miran y la valoran. Por eso es importante que su entorno más cercano, como familiares y amigos, esté alerta a este tipo de manifestaciones propias de la midorexia.

Se debe ayudar a las personas con midorexia a que comprendan que avanzar en edad no implica la disminución de las capacidades, lo valioso de tener más edad es el cúmulo de experiencias y sabiduría.