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Mitos de la modernidad

Mitos de la modernidad
18 de abril de 2013 - 00:00

18-4-13-cultura-arquitecturaComo Docomomo Ecuador, instancia destinada a investigar, documentar, catalogar, preservar y defender la Arquitectura Moderna en el Ecuador, y a partir de cierta información que habla sobre la posibilidad de derrocar algunos edificios del Centro Histórico de Quito, resulta urgente hacer algunas puntualizaciones pues, debido al desconocimiento o a la intención de desacreditar a la Arquitectura Moderna, se ha intentado encasillarla con una serie de frases estereotípicas que eliminan contenidos y más bien confunden, creando una serie de “mitos” sobre lo que esta arquitectura no es. En contraposición intentaré explicar algunos criterios que ayuden a esclarecer la correcta manera de “hacer” de esta arquitectura.

El mito más comúnmente difundido es que la Arquitectura Moderna es un estilo que se desarrolló a mediados del siglo XX. Cuando se entiende así a la Arquitectura Moderna se la está, de modo directo o indirecto, catalogando como una moda, como una tendencia que tan fugazmente como llegó se fue. La Arquitectura Moderna lejos está de ser moda; es más bien un nuevo planteamiento estético basado en el neo plasticismo, cuyos fundamentos surgen a comienzos del siglo XX con las vanguardias constructivas y que se basa en la concepción del arte que define a los fenómenos artísticos como construcción de nuevas realidades visuales, como construcción de forma. Cuando empieza a madurar, a mediados del siglo pasado, comienza también a recibir una serie de críticas desde distintos frentes que encontraban difícil practicar una arquitectura de tan alto estándar. Al ser un sistema estético, la Arquitectura Moderna tendrá un ciclo de vida, al igual que otros sistemas a lo largo de la historia de la arquitectura, y será superada por otro sistema y no por “novedades” o “quimeras” que no duran más de 5 a 10 años y que no logran sostenerse ni teórica ni visualmente.

Otra frase, repetida una y mil veces, es que en la Arquitectura Moderna la forma sigue a la función. La forma, en la arquitectura, alude al orden de las partes, a su configuración interna, y no, como en la naturaleza, a una finalidad específica. Cuando miramos, por ejemplo, una “mano” sabemos que su “forma” responde a su “función”, respóndanme ustedes si el Crown Hall de Mies van der Rohe, en su volumen, por ejemplo ¿responde a una “función” específica? Esta confusión surge también porque no se reconoce que el término “forma” tiene dos definiciones, una que hace alusión a la figura y otra  a la estructura de un fenómeno. La forma de un fenómeno natural, entendida como “figura”, responde a su función, a su finalidad de uso; en el arte, en cambio, la forma no se refiere a la figura o a la apariencia de un fenómeno, sino, y básicamente, a su configuración interna, a aquellos aspectos que la organizan y la estructuran.

En la Arquitectura Moderna encontramos una serie de atributos que permiten hacer arquitectura de excelencia y que todavía son pertinentes aquí y ahora: rigor, precisión, economía, universalidad y reversibilidad. Cuando, por ejemplo, se escucha el mito de que en la Arquitectura Moderna se entiende a la casa como la máquina para habitar se está simplificando el atributo de “rigor” que propone que en los proyectos de arquitectura se llegue al último término al que pueden llegar las cosas: “…arquitecturas rigurosas, formales, tan puras y simples como lo son las máquinas” (Ozenfant/Le Corbusier. Escritos 1918-1926)

Otro mito es aquel que manifiesta que la Arquitectura Moderna promulga que menos es más, confundiendo esta frase con el verdadero sentido del atributo de “economía visual y constructiva”, es decir con la capacidad de administrar de manera eficaz y razonable los recursos, tanto aquellos que nos permiten edificar una obra como aquellos que definen cómo ésta se ve. En la arquitectura de calidad sobra el ornamento, es la propia arquitectura, sus soluciones constructivas y de detalle las que adornan y embellecen a la misma arquitectura.

No hay nada más desacertado que creer que la Arquitectura Moderna construye cajitas simples. Se confunde simpleza con solución acertada. Cuando la solución es la adecuada tiene intensidad y ésta es sinónimo de calidad: la buena arquitectura es intensa y compleja pero nunca complicada. Se confunde aquí el atributo de “precisión” que manifiesta que la buena arquitectura está construida con esmero para obtener resultados exactos. La arquitectura bien resuelta se verá coherente e indiscutible, asunto que, para la mirada poco versada, parece simple.

Se ha propagado, como dogma, la creencia de que la Arquitectura Moderna repite la misma arquitectura en todo el mundo, cuando, en verdad, a lo que hace referencia el atributo de “universalidad” es a la posibilidad universal, como especie humana, del reconocimiento de forma más allá de diferencias culturales, temporales o geográficas. La arquitectura de calidad es pertinente y por lo tanto relaciona el lugar, el programa y la construcción y es la relación, coherente y bien concebida de todos estos aspectos, lo que construye la forma en arquitectura; por ende, las obras serán diferentes pero universalmente reconocibles.

Una fábula igualmente muy repetida es aquella que dice, de manera despectiva, que la Arquitectura Moderna es racional, estática, ortogonal y odia la curva. Este mito se derrumba cuando vemos el atributo moderno de “reversibilidad” en donde los espacios buscan cambiar a un estado o condición diferente, los proyectos concebidos con este nuevo sistema estético son flexibles y continuos. La curva es bienvenida siempre que se la sepa resolver con solvencia, asunto que solo está al alcance de los profesionales más talentosos. De hecho, la Arquitectura Moderna es racionalista en el sentido que trabaja con los sentidos y por ende con la razón. Se entiende y se reconoce a través del juicio estético: miro, recorro, activo procesos racionales y reconozco la forma.

Se piensa, también, que la Arquitectura Moderna es fruto de una serie de reglas o recetas imprescindibles para su ejecución: losas planas, pilotes, planta libre, vidrios corridos y terraza jardín; cuando, en realidad, la arquitectura de calidad nace de un proceso de concepción a partir de entender la posibilidad de relación de diversos aspectos constructivos, de lugar y de función. La buena arquitectura soluciona el programa, relaciona materiales, trabaja detalles, destaca texturas y colores: la Arquitectura Moderna no se construye en blanco y negro.

Se dice, asimismo, que la Arquitectura Moderna no construye ciudad, cuando ha sido justamente la Arquitectura Moderna la que ha sido capaz de crear espacios continuos y públicos en relación con las preexistencias. De hecho propuso maneras de ordenar la ciudad, situación que ayudó a elevar la calidad de vida de la gente y que, hoy por hoy, nos permite continuar la reflexión sobre las ciudades del presente siglo.

En definitiva, cuando hablamos de Arquitectura Moderna y de sus atributos como posibilidad de hacer arquitectura de calidad en general se hace aún más evidente su vigencia y pertinencia. Entonces, ¿debemos referirnos a esta arquitectura como Moderna o simplemente como arquitectura de calidad? (2 de 3)

*Directora del Centro de Postgrados. Facultad de Arquitectura. Universidad de Cuenca. Presidenta de Docomomo Ecuador.

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