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El arte visto desde dualidad fuerte/débil

El arte visto desde dualidad fuerte/débil
17 de julio de 2013 - 00:00

Saliendo de Nayón, a un costado de la calle Manuela Sáenz, un pasillo flanqueado por el verdor de unos árboles conduce a la cálida galería Sara Palacios que está ubicada vía a San Pablo de los Valles. Esta es una casa que alberga arte por donde se mire: los patios están ocupados por esculturas de arcilla, figuras humanas hechas en metal, timbales. En el interior del lugar, el sábado pasado se inauguró la exhibición “Mi esencia en tus sentidos” del artista plástico Antonio Romoleroux.

La muestra compone 15 obras de pintura, grabado, instalación y escultura que el artista conceptualizó durante 25 años de trayectoria. Además, utilizó el abacá, materia prima con que se hace el papel moneda, y, cobre fundido, en la fabricación de estas piezas. Uno de los rasgos notables de este proceso creativo estriba en la línea filosófica que Romoleroux emite con la obra: “junté símbolos de culturas chinas, occidentales y nativoamericanas porque formamos parte de una riqueza universal, de ese modo, con esto hago una analogía del ser humano desde una dimensión energética que es producida por el pensamiento”.

Hago una analogía del ser desde una dimensión energética que es producida por el pensamientoRomoleroux compró pulpa de abacá en Santo Domingo de los Tsáchilas y lo mezcló con el cobre, en vista de que, por medio del uso de ambos materiales, puede representar las relaciones entre “lo frágil y lo fuerte”. Al fusionar el metal y la delicadez aparente de la fibra de abacá vemos cómo la segunda sostiene, cimienta y sirve de base a un material fuerte como el cobre. Detalles como este sugieren, según el artista, que las fortalezas humanas se entretejen por debilidades, lo cual es una suerte de orden o armonía dicotómica que debiera ser examinada en razón de la serie de combinaciones de las que un ser humano está constituido.

Además, el cobre es el mejor conductor de la electricidad y con este elemento puede “comunicar lo mejor del creador, ciertas emociones, pensamientos y energía que, a su vez, suscitarán un halo positivo en el público”.
El artista tomó prestadas una variedad de pictografías faciales de naciones nativas del Ecuador, los Siona-Secoya por ejemplo, para plasmarlos en sus cuadros.

El artista indicó que usó técnicas tales como aguafuerte, aguatinta e intaglio. El aguafuerte es una técnica de grabado en hueco, en la que se trabaja con una plancha de cobre, a base de líneas incisas y a través de la acción corrosiva del ácido nítrico sobre aquellas zonas que no se han protegido previamente con un barniz graso. En cambio, el intaglio es un proceso de impresión en el cual una imagen se transfiere a un papel con la tinta que hay en las incisiones hechas en una placa de metal, en este caso el cobre.

Finalmente, el aguatinta es un mecanismo de grabado en hueco, similar al aguafuerte, que produce una estampa con un aspecto totalmente distinto; se exponen a la acción del ácido amplios segmentos de la lámina, creando zonas tonales más que líneas. Estos métodos dotaron de diversas texturas y relieves a los símbolos que forman parte de las composiciones para que la gente tantee, roce e interactúe por esos caminos de cobre y abacá.

Jaguares, mariposas, ranas, camarones de río son, entre otros, los seres sagrados de las culturas nativas representadas. “Me inquietan estas simbologías. La rana connotaba el dios de la fertilidad, hoy la biología indica que en los sitios con óptimas condiciones para la vida está presente ese anfibio; las coincidencias no son fortuitas, este conocimiento debe ser reinterpretado”, aclaró. Incluso, la composición de esta obra genera sensaciones de frío (cobre) y calor (abacá).

Unas conchas spondylus están insertadas en un cuadro cubierto de cobre con el título de “Naturaleza espiritual”. Aquí se transmite la idea de trueque que tenían los Valdivia, nacionalidad más antigua de América, y “hago alusión al principio de reciprocidad que rige la vida”, dice.

En “Tagaeri Taromenane”, propone el escaso entendimiento que se tiene de esos grupos: en un fondo de cobre con texturas lisas y rugosas, están situados y apenas separados dos promontorios de los que surgen unos afilados cuarzos. Las prominencias reflejan las características de esos grupos, los cuarzos afilados, que son estabilizadores de energía, evidencian el carácter pacífico y su capacidad de defenderse frente a cualquier tipo de ataque.

En el centro de la sala, unas finas cuerdas de plástico cuelgan seis tubos de cobre grabados con ácido nítrico. Los tubos contienen rollos de abacá con pinturas de las divinidades Siona-Secoya. El propósito es que la gente extraiga las pinturas, examine los símbolos, y luego, golpee los tubos entre sí. Este acto desencadena vibraciones, tintineos energéticos. Vistos desde lejos los objetos parecen báculos o antorchas en cuyas pinceladas arden las concepciones ancestrales y más trascendentes:  “el jaguar se refiere al comportamiento estratega y circunspecto; los dilemas de la conciencia son denotados por el guerrero; y el camarón de río avizora la necesidad de proteger el manglar”.

Para Romoleroux, la novela Sidharta de Herman Hesse, la Autocuración de Louise Hay y, de Boris Cyrulnik el enfoque de la psicología positiva son vectores que guiaron la ejecución de este proyecto. “El planeta no necesita más producción sino rescatar otra capa del alma con el manejo energético, reparar en los procesos sutiles como la respiración, que reflejan sistemas de una amplia inteligencia cósmica”, finalizó el grabador y autor de “Mi esencia en tus sentidos”. La muestra estará abierta hasta el 15 de agosto.

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