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El Telégrafo
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Cine clásico, escuela y musa al mismo tiempo

Cine clásico, escuela y musa al mismo tiempo
31 de enero de 2013 - 00:00

Alicia García de Francisco
Madrid, España

“Hitchcock”, protagonizada por Anthony Hopkins, Helen Mirren y Scarlett Johansson, es otro caso que confirma la vigencia del cine clásico, no sólo como arte, sino como modelo al que recurrir y copiar cuando la imaginación no se traduce en historias nuevas y originales.

Si “Hitchcock” se basa en el rodaje de “Psicosis”, el año pasado “My Week with Marily” recreaba el desarrollo de “The Prince and the Showgirl”, con Marilyn Monroe y Laurence Olivier. Y en “White Hunter, Black Heart” fue el rodaje de “The Queen of Africa”, que contó Clint Eastwood o “RKO 281” el de “Citizen Kane”.

Pero no solo de rodajes vive el cine, que copia y recopia películas convertidas en clásicos, como “Anna Karenina” o “The Great Gatsby”, dos nuevas versiones para este año de historias ya adaptadas anteriormente a la gran pantalla.

O filmes que recuperan la vida de algunas de las estrellas más glamourosas de Hollywood, como “Grace of Monaco”, la vida de Grace Kelly, la protagonista del cuento de hadas por excelencia, la de la actriz convertida en princesa.

Martin Scorsese se metió en las bambalinas del cine con “The Aviator”, la biografía de Howard Hughes y su relación con Katherine Hepburn, papel que a Cate Blanchett le valió un Oscar.

No tendrán la misma suerte los protagonistas de “Hitchcock”, que sólo ha recibido una nominación, en maquillaje y peluquería.

Poca cosecha para un filme que levantó expectación durante su rodaje, y con la que el británico Sacha Gervasi debuta como director -su mayor logro hasta la fecha era el guión de “The Terminal” (2004)-.

La historia se centra en el período en que Hitchcock estaba volcado con “Psycho”, en los problemas para financiarla, hasta el punto de hipotecar su casa, y para poderla producir por el obstáculo de la censura a la famosa escena de la ducha.

Pero sobre todo cuenta la relación de Hitchcock y su mujer, la poco conocida Alma Reville, una excelente guionista que dejó aparcada su carrera para dedicarse a engrandecer la de su marido.

Una valiosa colaboración en los guiones que el gran realizador agradeció públicamente cuando, en 1979, recibió el premio a su trayectoria por parte del American Film Institute.

Esa relación de interdependencia es lo más interesante de un filme en el que Reville se descubre como el personaje protagonista por encima de un Hitchcock que se muestra tal y como ya se lo conocía.

Y en el que Helen Mirren está a años luz de Anthony Hopkins, que con su estupenda caracterización no consigue dotar de realismo a un personaje cuya voz impostada impide cualquier atisbo de acercamiento al espectador.

Frente a él, Mirren compone un personaje cercano y humano, muestra la cara brillante de una mujer que sacrificó todo a la sombra del considerado como genio, cuando en realidad la igualdad era la nota dominante en la pareja.

Scarlett Johansson (Janet Leigh), Jessica Biel (Vera Miles) y Toni Colette (Peggy Robertson, secretaria de Hitchcock), completan el reparto.

Con rodajes de por medio o simplemente contando las vidas de sus protagonistas principales, el cine de la época dorada de Hollywood sigue presente en la actualidad.

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