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“Austine”: el espía de la Comintern en Ecuador

“Austine”: el espía de la Comintern en Ecuador
18 de julio de 2013 - 00:00

Durante su estadía en Moscú, a mediados de 1928, Ricardo Paredes finalmente obtuvo el reconocimiento deseado a partir de la decisión de enviar a Ecuador un cuadro político que contribuyera a fortalecer la izquierda y que, simultáneamente, proveyera de información relevante sobre aquel lejano país a los equipos gobernantes de la Unión Soviética. Quien fue seleccionado para cumplir esta misión fue Octave Rabaté, más conocido por su nombre de guerra “Austine”.

Miembro de una familia de campesinos pobres, Rabaté había nacido en 1899 en la localidad francesa   Nogent-le- Rotrou y desde joven comenzó a ganarse la vida como mecánico. Con una creciente práctica gremial y anarcosindicalista, en 1920 fue sin embargo uno de los fundadores de la Juventud del Partido Comunista francés, poco antes de ser convocado para combatir en la Gran Guerra.

Aunque estuvo  pocos meses en Ecuador   fue fundamental para encauzar a la izquierda localA su regreso del frente, continuó con su actividad política: en 1923 fue elegido secretario de la Federación Metalúrgica y, un año más tarde, miembro del Comité Central del Partido Comunista. En 1925 Rabaté fue encarcelado por sus discursos profundamente anticoloniales y tres años más tarde su militancia revolucionaria lo obligaría a exiliarse, iniciando un derrotero que primero lo llevó a la URSS y desde allí, y gracias a sus conocimientos de español, a España y a América del Sur.

En todo este periplo estuvo siempre acompañado por su pareja, la también sindicalista y feminista Marie Bernuchon, confidente y mano derecha. Así, “Austine” pronto fue reconocido como un agente revolucionario internacional y como un cuadro y un espía de la Comintern de primera línea.

Aunque solo estuvo pocos meses en Ecuador en la segunda mitad de 1928, su labor política fue fundamental para encauzar a la todavía joven e inexperta izquierda local. En este sentido  fue un hombre clave sobre todo para Ricardo Paredes en su definitivo encumbramiento como líder socialista y luego comunista, y como un necesario puente político entre dos puntos tan distantes como Quito y Moscú.

“Austine” mantuvo reuniones confidenciales con los líderes partidarios y apoyó la línea prosoviética frente a otras tendencias de la izquierda, ampliando así las diferencias con Vanguardia Revolucionaria Socialista Ecuatoriana, conducida por el coronel Luis Larrea Alba; con los seguidores de M. Donoso, devenido luego en trotskista; y con el grupo conducido por el diputado R. Ortiz, expulsado del partido por su apoyo al gobierno en el Parlamento.

Al finalizar la guerra, Rabaté dejó atrás a “Austine” y fue redactor del periódico L’HumanitéMientras tanto, el agente de la Comintern se encargó de suministrar a sus superiores en la URSS información vital de Ecuador, especialmente, análisis políticos sobre la Revolución Juliana, el presidente Isidro Ayora y el elenco gobernante, y en torno al proceso de modernización económica y de desarrollo institucional que por entonces atravesaba el país. Concluida su labor de apoyo en Ecuador, Rabaté enfiló luego sus pasos con dirección a Colombia, cuya izquierda también se encontraba dividida y en donde, además, se preparaba una importante huelga en las plantaciones bananeras de Santa Marta.

Posteriormente, y ya de regreso en Europa, el activismo de Rabaté estuvo sobre todo marcado por su lucha contra el fascismo. Radicado nuevamente en Francia retomó sus actividades sindicales en la región la Gironde y, en 1935, asumió la dirección del Comité de Lucha contra la Guerra y el Fascismo como representante del comité Ámsterdam-Pleyel, un nuevo emprendimiento de la Comintern destinado a frenar el avance de la ultraderecha en Europa y la posibilidad, cada día más cercana, de una nueva conflagración mundial. Como uno de los referentes del Frente Popular francés, a partir de 1936 y hasta fines de esa década, encabezó una crucial campaña a favor de la España republicana.

Con la invasión de Alemania a Francia en 1940, Rabaté fue uno de los líderes de la resistencia en las ciudades Poitiers y Bordeaux hasta su detención por los nazis en 1942. Encarcelado y torturado, se salvó de ser fusilado. Sin embargo, fue inmediatamente deportado al tristemente célebre campo de concentración de Mauthausen, en el que se encontraban presos políticos de toda Europa y, especialmente, de la España republicana: el ex espía de la Comintern fue seleccionado como el representante por Francia en su Comité Internacional de Resistencia, obviamente, de carácter clandestino. Al finalizar la guerra, Rabaté dejó atrás a “Austine” para ganarse la vida como redactor del periódico L’Humanité, del que se convertiría en director en 1957, cargo que mantuvo hasta su muerte, ocurrida siete años más tarde.

Pese al poco tiempo que estuvo en Ecuador, la labor de Octave Rabaté fue fundamental en el proceso de consolidación de la izquierda y, de manera informal, en el establecimiento de las primeras relaciones con la Unión Soviética, que recién se institucionalizarían en 1945, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, y como cuadro revolucionario de la Comintern, “Austine” fue uno de los primeros agentes prosoviéticos y al mismo tiempo uno de los espías más destacados en el mundo de la izquierda del Ecuador.

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