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Aportes sobre el concepto “batalla cultural”

Aportes sobre  el concepto “batalla cultural”
14 de julio de 2013 - 00:00

Por Maximiliano Pedranzini*
Buenos Aires, Argentina


La cuestión de pensar la cultura como un campo de batalla nos traslada a la idea más primigenia del quehacer humano, de las prácticas sociales inmanentes que hacen a nuestra naturaleza y donde nacen el espíritu y la conciencia del mundo. En Clifford Geertz la cultura “denota una norma de significados transmitidos históricamente, personificados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas por medio de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes con respecto a ésta”.

Esta referencia nace ante los ojos brillantes de un cambio de época para Latinoamérica y que, como consecuencia de las profundas transformaciones en la región, aparecen sobre la mesa viejas palabras, conceptos olvidados; un lenguaje que se pensaba sepultado, ideas que vuelven a cobrar vigencia y que son conducidas hacia un nuevo umbral que deja atrás el orden neoliberal que oprimió a los pueblos latinoamericanos. El paradigma de libre mercado se impuso por varias décadas, logrando instaurar una estructura cultural en la conciencia de los pueblos, por lo que se torna menester para este proceso cambiar el otrora esquema de pensamiento, síntoma de la colonización ideológica.

¿Cuál es el objetivo de una batalla cultural?
La emancipación o la dominación de los pueblos

El carácter agresivo del neoliberalismo atravesó los hábitos, los valores y las formas de pensar de la sociedad e impuso otros, cuyo fundamento rige en el individualismo como condición de vida. Una ética del no compromiso que descartó todo un siglo de luchas históricas que derramaron sangre. Ese pasado aparece negado por esta cultura dominante. Antonio Gramsci dice, en este sentido, que la hegemonía radica en el plano moral, ideológico y cultural y aquí es donde se forja el horizonte para la sociedad, en la construcción de un consenso perpetuo. La clave para Gramsci se encuentra en el terreno de la cultura y aquí disputan las relaciones de poder. Los sujetos son, además de actores necesarios, el propio recinto de combate donde se definen los destinos de una nación. Su dirección moral, ideológica y cultural es el corolario de un proyecto que consigue imperar con éxito.

¿Cuál es el objetivo de una batalla cultural? La emancipación o la dominación de los pueblos. En nuestro caso es la emancipación, claro está. Reaparece con fuerza aquella vieja tensión histórica entre tensión, liberación y dependencia, contradicción fundamental en este siglo XXI. Ergo, la batalla aún continúa y en un contexto que tiene como protagonista a nuestro continente, la siguiente definición de Gramsci se adscribe notablemente a esta disputa por la cultura y los resabios persistentes del modelo neocolonial: “Una verdadera crisis histórica ocurre cuando hay algo que está muriendo, pero no termina de morir y al mismo tiempo hay algo que está naciendo, pero tampoco termina de nacer”. Este es el desafío histórico que tiene por delante nuestra América.

* Ensayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales Felipe Varela, de Argentina

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