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Adiós a Bebo Valdés: fénix cubano del jazz

Adiós a Bebo Valdés: fénix cubano del jazz
24 de marzo de 2013 - 00:00

“Bebo rides again” (Bebo cabalga nuevamente) es el nombre del álbum con que el emblemático compositor del jazz latinoamericano volvía al mapa de la música. Es un nombre que bien resume su carrera.

Tras un silencio de tres décadas, en que se dedicó a tocar en hoteles de Suecia, un Bebo de 76 años emprendía el regreso al panorama latino, y lo hacía en grande.
Durante esos 30 años, su figura parecía que quedaría reducida a ser solo el padre de otro gran músico, Chucho Valdés...

Pero Bebo voló al primer plano de la música internacional con trabajos con el cineasta Fernando Trueba ("El milagro de Candeal" y "Calle 54") y los discos "El Arte del Sabor" (2001), Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional, o "Lágrimas negras", con el cantante de flamenco Diego El Cigala, distinguido con un Grammy Latino.

Al saber de su muerte, El Cigala ha dicho que “de Bebo me quedo con todo porque sobrepasaba fronteras, era humilde, muy de pueblo, muy campechano, bromista, y caballero. Si te gustaba como músico, como persona era más aún".

Trueba, por su parte, dijo que Valdés "era un músico que ha hecho historia y, como persona, era lo más generoso y bondadoso del mundo".

Los pasos de Bebo los siguieron varios de sus descendientes, en una gran familia de 8 hijos y 13 nietos, unidos por la música, y repartidos entre México, España y Cuba.

Han seguido la estela del compositor sus hijos Chucho, pianista, Mayra Caridad, cantante de jazz, y Rickard, percusionista, y algunos de sus nietos, como el pianista Roberto Carlos Rodríguez, y Leyanis (hija de Chucho), ambos pianistas.

Aunque la formación familiar más habitual ha sido la integrada por Bebo y Chucho, pareja de muchos conciertos y proyectos musicales, los dos actuaron en una ocasión junto a Mayra Caridad, en 2002 en Navarra (norte de España); y en otro concierto en Tenerife (Islas Canarias) junto a Leyanis, en 2003.

Ésa fue la única ocasión en que se mostraron públicamente tres generaciones de pianistas de los Valdés.

En la década de los 50 y los 60, Bebo ya se había ganado un nombre, trabajando con Lucho Gatica, lo que le permitió viajar con pasaporte cubano por países como Estados Unidos, y por sus interpretaciones en el Tropicana, ese cabaré al aire libre, en medio de una zona boscosa, que se había vuelto famoso en la era previa a la Revolución, esa época de La Habana nocturna.

Desde 2005, el ícono del jazz latinoamericano residía en Benalmádena (Málaga, España) donde vivió junto a su mujer Rose-Marie, con quien se casó en 1963, cuando ella contaba 18 años y él, 44.

Será enterrado en un cementerio de Estocolmo, probablemente en el mismo en que reposa su esposa, fallecida el pasado verano.

Otras figuras importantes de la música cubana se expresaron públicamente por su muerte, como Pablo Milanés, que en su twitter, afirmaba: "Con tristeza en el corazón despido a un héroe: Bebo Valdés amigo y gran talento. Enorme como el sol de la isla".

Silvio Rodríguez puso en su blog Segunda Cita: “Bebo Valdés se ha ido. Un fuerte abrazo para Chucho". Maestro, ídolo e inspiración de numerosos músicos de jazz de todo el mundo, la figura de Bebo Valdés pasará a la historia no solo por sus múltiples contribuciones como pianista y compositor, sino por un carácter vigoroso que no se apagó ni cuando debía pensar en una merecida jubilación.

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