Las marchas en conmemoración del Día Internacional del Trabajo en Ecuador el pasado 1 de Mayo demostraron la necesidad de mejorar y actualizar la aritmética elemental de algunos columnistas, y de los autodenominados analistas, que aún flotan en medios de difusión privados, unos ganados por la miopía revanchista y otros por la recurrente necesidad de falsear la verdad y ver el mundo acorde con sus intereses y deseos, por descabellados y pueriles que estos sean.
Y así, unos cuantos tontos graves, aficionados a las alquimias electoreras, afirmaron que en la medición de fuerza de las manifestaciones de los trabajadores, se dio un empate; otros, ganados por la melancolía de décadas muy añosas, aseguran -y lo reiteran en entrevistas de radio y televisión- que lo importante no es saber cuántos desfilan en un día tan especial, sino la calidad y justeza de las demandas; y desde luego hay opiniones de aquellos inventores del agua tibia y del rumor tendencioso que sostienen, sin el menor rubor: “¿Y si son menos?”. Y para ello inventan un fantasma que lo califican de ‘tenebroso’ y se remontan a episodios de las elecciones de marzo, comicios donde se eligieron autoridades locales y donde Alianza PAIS, por cierto sectarismo y ceguera política de dirigentes inexpertos y hasta ambiciosos que impidieron la unidad con otras fuerzas democráticas, cedió posiciones en ciudades como Quito, Cuenca, Manta, Babahoyo y Portoviejo; aunque los porcentajes de sufragios contabilizados demostraron que es la primera fuerza política de la República, que ha ganado todas las contiendas electorales desde 2008. En esta vez seguida por una agrupación aliada Avanza, alejada del Gobierno, pero no del proyecto. Empero, estoy cierto de que buena parte de los ciudadanos que se pronunciaron contra candidatos de AP es partidaria de los cambios profundos que se dan en nuestra patria, y que jamás ellos votarán por la derecha ni banquera ni socialcristiana y sí lo harán por la reelección de Rafael Correa.
No obstante, volvamos al tema de las concentraciones y de sus comparaciones en esa jornada destinada a recordar a los mártires de Chicago, víctimas del capitalismo y de la banca usurera y la prensa mercantilista, que con su escabrosa participación antiobrera y xenófoba en el proceso judicial logró que fueran condenados a la pena capital, líderes proletarios honestos y brillantes. Sin embargo, hay que resaltar que, paradójicamente y con desenfado, ahora, en nuestro país en acción de hecho: banqueros, regentes de empresarios y exuniformados que vendieron su alma al diablo, desfilan en comunión de calle y, desde luego, nunca de ideales con dirigentes sindicales en equivoco histórico, pero a los que fraternalmente hay que recordarles que el coro del progreso del movimiento obrero está en la Revolución Ciudadana, que es la de los trabajadores, la que suprimió medidas neoliberales criminales, como la tercerización laboral, y ha impulsado y conseguido la universalización de la afiliación al Seguro Social, las alzas de salarios y el nuevo Código de Trabajo con garantías reales para mujeres embarazadas, dirigentes gremiales, en suma, justicia para todos los que trabajan en esta tierra.
La asociación de ideas como procedimiento racional nos lleva asegurar en conciencia que el pueblo ecuatoriano que confía en su gobierno revolucionario siempre será más, mucho más que los turbios mercaderes políticos que lo engañaron, siempre, y que ahora lo intentan nuevamente. (O)
