Al crear la Tierra, Dios repartía bienes entre los países y a uno lo dotó primero de regiones en las que se combinaban maravillosos paisajes tropicales con montañas nevadas y playas paradisíacas. Lo cubrió con el cielo más azul que se pudiera imaginar. Lo llenó de una biodiversidad infinita y determinó que el clima iba a ser benigno tanto en el frío como en el calor. Cuando estaba repartiendo toda clase de frutas en el fértil suelo de su obra maestra, un ángel observador hizo un tímido reclamo:
-Señor… ¿no te parece que le estás dando a ese paisito demasiados regalos, beneficios y dones?
Y Dios, con una expresión traviesa, solamente le guiñó un ojo al ángel mientras le respondía:
-Espérate a ver la gente que voy a poner ahí.
¿Adivinan qué país es?
En estos días, a propósito del tema de las salvaguardias, nos ha tocado, queramos o no, enfrentar tanto en la prensa como en las redes sociales andanadas infinitas de insultos, argumentos, rumores y manipulaciones que harían reír si no fuera porque dan ganas de llorar. En primer lugar, campea la ingratitud. Poca gente es capaz de contrastar cómo era el Ecuador de hace quince años con el de ahora, aunque sea solamente por la reducción en el tiempo de los trámites. Nadie valora los beneficios de un país más organizado y menos caótico.
Pero están, además, los niveles de agresividad, intolerancia y estulticia que se manejan en todas partes, sobre todo en redes sociales. Suelen decir los estudiosos de la psicología profunda y todos aquellos que se especializan en el comportamiento humano, que se odia en los demás lo que se reconoce en sí mismo, aunque sea inconscientemente.
Y ese concepto conduce a reflexionar sobre qué llevarán en su propio corazón las personas que tildan a cualquier seguidor de Correa o asambleísta de Alianza PAIS como “borrego cero criterio”. ¿Y los que acusan, a gritos, al Presidente de prepotente, déspota y otras finas hierbas? Seguro hablan con conocimiento de causa. ¿Y los soeces, que no saben expresar una opinión sin aludir a órganos del cuerpo relacionados con la reproducción o la excreción? Sin comentarios.
En tiempos de crisis, de penuria familiar, de situaciones más o menos complicadas, la solidaridad, la gratitud, la capacidad de sacrificio y el silencio conciliador suelen ser invariables aliados en la superación de los problemas. Pero, ¿qué se puede esperar de la clase política y mediática que, según la anécdota, puso Dios en el afortunado país para compensar el desequilibrio de sus maravillas?
