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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Monstruosidades

07 de junio de 2015 - 00:00

Se están destapando gigantescas ollas de corrupción sistemática de proporciones globales: la de la concupiscencia por el dinero obtenido a base de sobornos, convirtiendo el  fútbol en mercancía y a sus jugadores en objetos  de venta;  la cruel e inhumana de las mafias que transportan en frágiles pateras o en trenes de la muerte a  migrantes, infiltrada y financiada por quienes ambicionan el dominio mundial mediante atroces crímenes de lesa humanidad; la no menos cínica y corrupta de las políticas antimigratorias en Europa y  los Estados Unidos.

Circulan noticias de que el mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio; que en Ayotzinapa  la policía desapareció a 43 estudiantes normalistas, impunemente, por la corrupción del estado mexicano; que en Nigeria, Boko Haram  comete abducciones de niñas, opuesto  a su  educación, dejándolas  embarazadas en lo profundo de las selvas donde las tiene prisioneras, “para crear una nueva generación”. Todo esto después  de la avalancha informativa sobre los escándalos de pedofilia, y del diario repaso de  guerras y crímenes como los del narcotráfico, y sobre todo del  feminicidio, salvajismos perpretados por  supuestos “seres humanos”.

Se inclina uno a pensar que haya habido alguna falla  en el proceso de evolución biológica de la especie humana u hominización, o que una bifurcación posterior haya dejado a unos seres con brutal apetito de violencia, mientras otros, quizás la minoría, prosiguen en lentísimo proceso de racionalización.

Los mismos científicos están divididos en cuanto a la definición de la hominización. Unos sostienen que fue un cambio brusco, un salto. Cabe entonces suponer que faltó un mayor impulso que llevara al hominino a un estadio más avanzado del género Homo, más allá de un simple bajarse del árbol y caminar erecto, pues hay demasiados  seres ‘humanos’ que no evolucionaron y se revuelcan en el fango de la corrupción,  ávidos de riqueza y aferrados a las armas como única manera de solución de conflictos.

Otros  científicos opinan que se trata de un proceso lento. Faltarían entonces años luz para que surja el hombre nuevo, porque ya han pasado más de 200.000 años desde el surgimiento de Homo Sapiens-Sapiens en África oriental, y seguimos viendo aberraciones de comportamiento, inconcebibles  ética, moral, social, políticamente en pleno siglo XXI.

La realidad, sin embargo, es que el modo de producción y reparto de la riqueza de un sistema capitalista salvaje, que ha fracasado, conlleva las monstruosidades referidas por la sed de enriquecimiento a toda costa que genera.

Colofón: En tiempos  de bárbaras naciones, el africano era sacado a la fuerza de su continente,  empacado en navíos como mercancía, y vendido para  trabajar  como esclavo. Hoy se ve obligado a emigrar en busca de trabajo o huyendo de guerras,  y se topa con cínicas políticas antimigratorias, y represión militar que lo repatria. Como que de las cenizas del Siglo de las Luces hubieran renacido bárbaras naciones. (O)           

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