La ‘defensa de la libertad de expresión’ se ha convertido en una cansina muletilla de la oposición, incluidos articulistas y empleados de los medios de comunicación, en calidad de asesores o aduladores de la oligarquía que invierte ingentes recursos para detener el proceso de cambio y recuperar intereses, privilegios y el poder político. Tratar ese tema resulta tedioso y aburrido, pero precisa puntualizar los desvíos, de quienes no entienden que el periodismo debe desarrollarse en un escenario de paz y confianza, donde irradien los valores morales, la verdad y de preferencia el respeto.
El gobierno de la Revolución Ciudadana jamás niega el derecho de la prensa comercial, de acuerdo con sus intereses, a inscribirse, en cualquier lineamiento partidista, como lo ha hecho en el trajín de la historia. Recuerda e insiste que la crítica es saludable, fortalece la democracia y ayuda a enmendar errores en la administración pública, pero cuando los despistados incursionan en la mentira, distorsión de los acontecimientos y la calumnia; se someterán a la indagación judicial.
Como si alistaran cacería, aprovechan una fecha histórica, una celebración como el Día de la Libertad de Expresión, alguna cita de amigos o el recuerdo fúnebre de un periodista ausente, para reemprender acciones beligerantes, al estilo guerrilla, con el fastidioso estribillo del derecho a expresarse libremente, cuando en el fondo se trata de no dar tregua a la escalada de ofensas contra el Presidente de la República y sus colaboradores, a tal vergonzoso extremo de tildarlo de tirano y a sus ministros de mediocres.
Como la oposición carece de líderes solventes, algunos avezados, ávidos de notoriedad, de los medios privados, pretenden asumir como abanderados de esa tarea, que no les compete. Voceros alquilados o serviles sostienen que en Ecuador hay periodistas, perseguidos, maltratados e insultados y que la ley vigente la utilizan para perseguir y censurar. A los falsarios de la opinión pública, un llamado para que entiendan que la Ley Orgánica de Comunicación rige en toda su dimensión sin distinción alguna y que garantiza un periodismo serio y obliga a los comunicadores en su ejercicio profesional a respetar al prójimo y asumir ante la ley, su total responsabilidad.
Es que ahora el periodista sigue difundiendo noticias y comentarios, según conviene a los intereses patronales, pero no se libra de someterse a la ley, si incurre en algún delito. Es aspiración modernizar la prensa ecuatoriana: mantener la objetividad y equilibrio en el manejo de los géneros periodísticos, difundir la verdad, orientar con argumentos y educar en valores.
En el fondo, a la prensa comercial y sus instituciones aliadas no les interesa el tema de la libertad de expresión, sino el pretexto para intensificar el boicot contra la reelección, porque conocen que Rafael Correa se yergue invencible para 2017.
La Ley de Comunicación rige en la era del cambio y destaca normas que garantizan la responsabilidad social y jurídica de los medios, sus representantes y periodistas. (O)
