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El Telégrafo
José Velásquez

La campaña de covid-19

19 de octubre de 2020 - 00:00

Sube a la tarima impulsado por decenas de palmadas en la espalda sudorosa y trajinada. Toma el mismo micrófono que otros usaron para cantar, gritar y recitar las promesas de temporada. Se lo acerca a la boca mientras respira agitado hasta que por fin se libera de la mascarilla y empieza la función. Las gotas invisibles vuelan hasta los afortunados que pudieron escalar hasta la primera fila. Gesticula de forma vehemente, se pasa la mano por el rostro y salpica sonreído a un mar de extraños que se abrazan y se tocan eufóricos. En medio de los alaridos y aplausos, el coronavirus sale de paseo.

La pandemia es parte del discurso; se desatan las noticias falsas y las leyendas. Así llegó; así se irá; así haremos que se vaya. El candidato Yaku Pérez llegó a decir en marzo que el origen del patógeno era la contaminación de la minería y la industria petrolera. Es una audacia similar a la de esos campeones de la desinformación que están al frente de algunos países de la región.

La campaña es, sin duda, un doble caldo de cultivo. Por un lado, las posibilidades de contagio son exponenciales por el mero hecho de la convocatoria política en un lugar determinado. Y al mismo tiempo la retórica podría terminar deslizando imprecisiones sobre la pandemia y los protocolos a seguir. Después de todo, un mitin es un acto de fe en el que los devotos se entregan ciegamente a los brazos de su pastor. Pero cuando se trata de salud pública hay que escuchar el criterio científico y creer menos en el sermón de los mesías.

En Estados Unidos la aspirante a la vicepresidencia por el partido Demócrata, Kamala Harris, suspendió sus apariciones para este fin de semana luego de que se confirmaron dos casos en su equipo de asesores. Pero el presidente candidato, autodeclarado inmune apenas días después de su prueba positiva, ya está de regreso en el circuito de promoción electoral. Me parece que en Ecuador veremos, irresponsablemente, poco de lo primero y mucho de lo segundo.

¿Y si tenemos en el futuro candidatos enfermos? ¿Qué tan seguido se harán pruebas PCR? ¿Serán honestos y sensatos o se dejarán llevar por el delirio de las encuestas? El CNE, que no porta precisamente una medalla en proactividad, probablemente no tiene en su radar una normativa sanitaria para el tour electoral o un plan de contingencia. De hecho, la misma jornada de febrero sigue siendo una gran interrogante en cuanto a medidas de bioseguridad y formatos preventivos. Mientras tanto, arriba y abajo de la tarima pululan las licencias y las fábulas, solo que el coronavirus no come cuento.

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