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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Acuerdo de Asociación Transpacífico

28 de mayo de 2015 - 00:00

El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) podría ser el tratado comercial más grande de todos los tiempos, al sumar 12 países ubicados en 3 continentes que concentran alrededor del 40% del PIB mundial, el cual supera los 74 billones de dólares.

El documento constitutivo del TPP se remonta a 2005, cuando Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, países con economías dinámicas, acordaron unir voluntades para crear un nuevo espacio de intercambio económico, agregándose más adelante Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú y Vietnam.

Con razón, el secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración, Carlos Álvarez, en el marco del seminario internacional ‘El TPP y la integración latinoamericana’, celebrado en Montevideo, el 30 de octubre de 2014, afirmó: “Un nuevo orden mundial se está configurando y tiene a Estados Unidos y a China disputando el liderazgo”.

Sin embargo, más allá de los intereses económicos de los países que están negociando la agenda temática del TPP, se encuentran los Estados subdesarrollados que han suscrito tratados de libre comercio con Estados Unidos, Japón o China y que no gozan de una buena inserción dentro de la economía mundial, los cuales tratan de evitar posibles efectos que podrían recaer sobre sus economías en caso de aprobarse este acuerdo tricontinental.

Para los países sudamericanos, el TPP podría afectar su capacidad competitiva en materia de producción agropecuaria, así como en el área de la propiedad intelectual que podría limitar los avances en las innovaciones tecnológicas favoreciendo más que nada a las grandes empresas transnacionales que controlarían por más tiempo los conocimientos para hacer las cosas.

Por eso, nunca será suficiente sostener que el TPP colocaría a EE.UU. de espaldas a los intereses comerciales latinoamericanos regulados ya por tratados de libre comercio, todo a cambio de penetrar más en los esquemas de integración asiáticos con el objetivo estratégico de restarle espacio a China.

A propósito, la semana pasada, el Senado aprobó la petición de Obama para negociar por la ‘vía rápida’ tratados comerciales internacionales, lo que le permitiría presentar acuerdos comerciales que el Congreso podría ratificar o rechazar, pero no cambiar. Así, él espera poder estampar su firma en el documento constitutivo del TPP antes de que finalice 2015, pero deberá esperar la aprobación de la Cámara de Representantes.

Al respecto, Osvaldo Rosales, jefe del departamento de Comercio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, dijo: “Los países de América Latina que queden fuera de estos bloques comerciales, tendrán más dificultades para acceder a los mercados más grandes del mundo y, además, van a tener desventajas arancelarias y regulatorias”.

En conclusión, vale preguntar: ¿Será cierto que en la lógica de los negocios “no hay amigos, sino apenas clientes”, como expresó el novelista francés Alejandro Dumas? (O)

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