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¿Qué podemos esperar del servicio con finalidad social?

El trabajo motivado por el amor siempre beneficia a los demás

El trabajo social brinda una alegría especial porque permite ayudar a los demás.
El trabajo social brinda una alegría especial porque permite ayudar a los demás.
Foto cortesía: Web Pixabay
21 de marzo de 2016 - 00:00 - Redacción Actualidad

La solidaridad significa adherirse a la causa de otros. Las personas solidarias tienen la capacidad de compartir su tiempo y esfuerzos con los más necesitados, obviando el valor material de las cosas. Por ello, la solidaridad es un poderoso lazo que une a la gente como si se tratara de una sola persona. Todos hemos experimentado solidaridad de una u otra forma. Sin embargo, existen personas que dedican su vida entera al trabajo por los otros, dan siempre sin esperar recibir nada material a cambio.

En muchas ocasiones estas personas trabajan en organizaciones con finalidad social. Por ejemplo, atendiendo enfermos en los centros médicos de la Fundación Tierra Nueva, promoviendo el comercio justo y la economía solidaria en la Fundación Maquita Cushunchic (MCCH) o como maestros voluntarios en una de las escuelas rurales de la Operación Mato Grosso.

En igual número de ocasiones, la motivación de ayudar al prójimo hace que estas personas trabajen por su propia cuenta, evitando notoriedad y reconocimientos. Este es el caso de la señora Carmen Vaca, quien trabajó por más de 40 años junto al padre José Carollo. El padre Carollo tenía el apodo del ‘constructor’ porque edificó muchísimas obras de infraestructura social y deportiva como centros juveniles, centros médicos, varias dependencias de la Universidad Politécnica Salesiana y el Hospital del Sur, que hoy lleva su nombre.

Así mismo, el padre Carollo construyó junto a Carmen no menos de 35 viviendas para familias de escasos recursos. Carmen continúa con esta obra desde 2005, esta vez de forma independiente. Gracias a su trabajo 10 familias de escasos recursos en la ciudad de Quito ahora cuentan con viviendas secas, dignas, legalizadas y equipadas. Esta obra es posible gracias a las donaciones económicas de personas solidarias de Europa, al apoyo de algunas instituciones y empresas nacionales y, especialmente, a la dedicación y gestión de Carmen. Ella, al hablar de su trabajo, afirma que “los pobres no deben vivir su pobreza eternamente, se merecen una vida con dignidad”.

Instituciones como la Operación Mato Grosso, la fundación MCCH y personas como Carmen Vaca fortalecen el tejido social de innumerables maneras y atienden las necesidades y problemas de personas en situación de exclusión o que han caído en el desamparo. Su labor promueve la fraternidad, eliminando privilegios e inequidades económicas para establecer una convivencia digna, encaminada a la construcción de una sociedad más inclusiva y justa. En definitiva, estas personas y organizaciones trabajan para asegurar el pleno desarrollo de las potencialidades de las personas, y de esa forma ofrecerles oportunidades para superar su situación de exclusión.

El trabajo de estas instituciones es crucial. Debemos tener en cuenta que el desarrollo de una sociedad se juzga por su capacidad de atender a sus miembros más desvalidos. Con la actividad de las organizaciones con finalidad social, de las personas que allí trabajan y de quienes lo hacen individualmente, se logra frenar el individualismo moderno. Su trabajo los ha establecido como agentes de un cambio trascendente que influye positivamente en las personas, familias y comunidades a las que apoyan. De este modo, estas personas contribuyen a lograr el bienestar y generar las condiciones esenciales para alcanzar el buen vivir. Debemos preguntarnos, entonces, si vale la pena considerar la generosidad y la solidaridad de la gente como un indicador del desarrollo de un país. Probablemente todos acordaremos que sí.

El trabajo con finalidad social trasciende al capitalismo, al materialismo, al hedonismo y al individualismo. El papa Francisco se ha pronunciado numerosas veces en ese sentido. En sus palabras, el lucro y el capital deben estar al servicio del bien común, y cuando este es forzado para el servicio de la ganancia, eso genera exclusión. En palabras del presidente Correa, también se debe privilegiar al hombre sobre el capital. En definitiva, en el trabajo con finalidad social va primero el servicio que el beneficio.

El trabajo con finalidad social no busca exclusivamente la consecución de justicia social por fuera de las estructuras productivas, puesto que no es común encontrar voluntarios en fábricas y supermercados. Este no es el caso. Hoy en día, la responsabilidad social es un buen negocio para las empresas. Mejora las condiciones de su comunidad e incluso mejora la imagen del negocio ante los consumidores. Las empresas modernas consideran importante retribuir algo a la sociedad, por ello, en muchos casos, establecen programas de responsabilidad social con el objeto de contribuir activa y voluntariamente al mejoramiento de la calidad de vida de las personas de su comunidad.

Entre las diversas empresas con programas de responsabilidad social podemos citar el caso de Telefónica. Con su Fundación Telefónica que opera en muchos países de Hispanoamérica. La Fundación, se enfoca en la enseñanza de tecnologías de la información y comunicación en poblaciones en situación de vulnerabilidad. Durante 2015 la Fundación Telefónica Ecuador planificó formar a más de 20 mil niños, niñas, jóvenes y adultos de 15 provincias del país. La Corporación Maresa también tiene un programa de responsabilidad social que, por ejemplo, donó 20 motores automotrices a diferentes instituciones de educación superior del país para facilitar la enseñanza de mecánica automotriz.

En definitiva, el trabajo de todas estas instituciones es un motor de la inclusión social y de la activación social. Esto permite la participación de segmentos de la población en la vida social, económica y cultural de su comunidad. Ahora bien, cabe preguntarse: “¿Qué obtiene uno a cambio de su dedicado y solidario trabajo?”.

La señora Carmen Vaca expresa que uno recibe mucho más de lo que da. Las personas beneficiarias suelen ser muy agradecidas y entregan recompensas con creces, Carmen dice que son un ejemplo de fe. Además, el trabajo con finalidad social brinda una alegría muy especial porque permite ayudar directamente a personas que en muchos casos han sufrido más allá de lo indecible y, pese a ello, mantienen esperanza y confianza. Carmen agrega que uno se llena con el ejemplo de esas familias luchadoras. La capacidad de sufrimiento del ser humano es grande, pero su capacidad de amar es inmensa.

Queda solamente decir que el trabajo social es inspirador. Se puede afirmar que expande nuestro capital humano. Es un vehículo para alcanzar la liberación quizás como ninguna otra actividad. Si hubiéramos de describir al trabajo con finalidad social en dos palabras, diríamos que eso es un claro ejemplo del “buen vivir”. (O)

Existen personas que dedican su vida entera al trabajo por los otros, dan siempre sin esperar recibir nada material a cambio. Foto: Web Pixabay

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