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Barro y madera dan vida a los juguetes tradicionales

En la Plaza Rotary de Cuenca aún subsisten artesanos que confeccionan pequeños juguetes en barro, latón y madera. Estos modelo de piezas fueron muy empleados en épocas anteriores para diversión de los niños en Azuay.
En la Plaza Rotary de Cuenca aún subsisten artesanos que confeccionan pequeños juguetes en barro, latón y madera. Estos modelo de piezas fueron muy empleados en épocas anteriores para diversión de los niños en Azuay.
Foto: Víctor Aucapiña / Para El Telégrafo
04 de junio de 2018 - 00:00 - Lileth Tipán Barrera. Club de Periodismo

La industria juguetera es una de las más grandes y rentables del mundo. Según el Consejo Internacional de industrias de juguetes (ICTI), solo en el año 2010 las ventas superaron los $ 83.300 millones.

Es fácil encontrar desde balones hasta complejos aparatos electrónicos, todos con una característica en común, son elaborados en masa gracias al desarrollo tecnológico.

Contrario a esto se halla el mundo de los juguetes tradicionales, marcado por la presencia de hábiles artesanos, jornadas extenuantes, obras hechas a mano y escasa remuneración.

El barro figura como materia prima tanto para artículos de cocina, como objetos ornamentales y juguetes.

El uso de este material se remonta a 4000 años, en la época de apogeo de la cultura Valdivia. Esta cultura se destacó por la elaboración de artefactos de cerámica como ollas, vasijas, cuencos y tazas destinados, principalmente, al uso doméstico.

La creencia de que el buen sabor de los alimentos radica en la cocción en ollas de barro, sumado a la durabilidad de estas, son factores que determinaron la permanencia de estos utensilios.

El barro es producto de un complejo proceso que inicia con la obtención de la arcilla. La calidad de los artículos dependerá de la pureza de este material.

El siguiente paso es el secado, cometido que puede tomar hasta 15 días.

A continuación se emplea una criba para eliminar cualquier rastro de piedras.

Una vez cumplidos estos requerimientos se prepara la masa de barro, mezclando la arcilla con agua.

Luego se procede al amasado. Existen dos técnicas para trabajar este material: con torno y sin torno, conocida como técnica del golpeador. La técnica del golpeador es característica de zonas sur del Ecuador.

Comunidades como Cera en Loja, Jatumpamba y San José de Raranga en Cañar, así como Pucará y San Juan, en Azuay, producen elementos de barro sin el empleo de torno, donde el instrumento más importante son las manos.

La plaza Rotary situada en Cuenca, entre las calles Sangurima y Vargas Machuca, es conocida por ofertar artesanías; además durante décadas ha sido uno de los principales puntos de expendio de juguetes tradicionales.

En uno de los locales de esta concurrida plaza encontramos a Graciela López, artesana que ha dedicado más de 20 años a la producción de juguetes elaborados en barro. Aquí podemos encontrar silbatos, platos, tazas, cazuelas, alcancías, incluso tiestos y morteros, elaborados para los más pequeños del hogar.

“Es bastante trabajoso pero todos los productos son hechos a mano”, manifiesta López.

Es posible adquirir pequeñas piezas como tazas o platos desde $ 0.30 y juegos completos de té u ollas a $ 2 y $ 3. “Todavía hay gente que lleva estos juguetitos para sus guaguas, la mayoría vienen de la Costa”, afirma la artesana.

Trompos y perinolas: juguetes de madera
En el estand número 80, Zoila García ofrece juguetes elaborados en madera.

Cuenta con pequeñas piezas que asemejan a utensilios de cocina, maromeros, maracas, tambores, guitarras, etc.

García señala al trompo y la perinola como productos emblemáticos, “uno de los juguetes más antiguos”.

Se presume que el trompo llegó al Ecuador desde España, en la época de la conquista y durante años fue una de las formas preferidas de diversión de los niños. Tal era su impacto que las competencias para hacer “bailar” el trompo eran usuales.

Las arreadas eran uno de los juegos más populares entre niños y adultos. Para esta actividad se empleaban fichas que, usualmente, se obtenían de tapas aplastadas de gaseosa.

Cada concursante debía arrojar su trompo contra la lata y hacerle “dormir” en la mano. La ficha volaba como resultado del golpe.

En torno a la distancia que la ficha alcanzaba se establecía la competencia.

El castigo para el perdedor era quedarse sin su trompo o ser golpeado con la punta del el trompo del ganador.

La perinola es una pieza de madera compuesta por seis u ocho lados, en los que constan las palabras: saca, pon, deja y todo. Aunque fue un juguete muy conocido, no alcanzó la relevancia del trompo. Con tristeza García comenta que, en la actualidad, la venta de juguetes ha disminuido. “Ahora los niños ya no se interesan en estas cosas, ahora todo es internet”, agrega.

Las clásicas cocinas de latón
Las pequeñas cocinas de hojalata o latón formaron parte de la infancia de centenares de niños. Ángel Morocho es uno de los pocos artesanos que aún fabrica estos juguetes y califica a su trabajo como una “tradición familiar de más de 50 años”.

Las pequeñas cocinas se elaboran en base a planchas de hojalata y pequeñas piezas del mismo material. El proceso se realiza a mano y toma alrededor de hora y media.

Los valores varían de acuerdo al tamaño. Las pequeñas cocinas de cuatro hornillas cuestan $ 5, las de seis hornillas $ 8 y las industriales $ 10.

Mercedes Barros es ama de casa y tiene 76 años. Mientras adquiere un juego de ollas de barro relata que ella y luego sus hijos jugaron con cocinas de latón. (F) 

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