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El Telégrafo
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La madera sigue siendo el elemento amigable de los artesanos azuayos

Jaime Jimbo es uno de los últimos artesanos que trabaja en madera; su labor ya pasó de los 45 años.
Jaime Jimbo es uno de los últimos artesanos que trabaja en madera; su labor ya pasó de los 45 años.
Foto: Fernando Machado/ ET
26 de mayo de 2019 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Las imágenes religiosas siempre formaron parte de las fiestas populares en la provincia del Azuay y estas, en su mayor parte, fueron hechas a base de madera.

El señor de Andacocha, una imagen de apenas 10 centímetros, lleva miles de devotos.

El “Señor de Girón” levanta toda una fiesta cada año en el cantón del mismo nombre, una cosa similar sucede con el Señor de Paccha, sin mencionar imágenes que fueron creadas por escultores cuencanos y que ahora son parte de la devoción a nivel nacional. No puede quedar lejos el “Niño Viajero”, una imagen que fue hecha a base de madera y que según la historia, la imagen del Niño fue mandada a esculpir en madera por doña Josefa Heredia en 1823, quien fue la iniciadora del culto a la escultura.

Para 1961, la imagen llega a manos de monseñor Miguel Cordero Crespo, quien en ese mismo año viaja a visitar santuarios de Tierra Santa, llevando consigo la imagen.

El nogal y el cedro han sido siempre los elementos más usados para este tipo de trabajos. “Hacer una imagen en madera es lo mejor que se pudo haber inventado”, indica Maruja Cárdenas, quien tiene un “Niño Jesús” hecho en cedro desde hace 60 años.

Cincel, lápiz, combo y un compás no pueden faltar en el trabajo de los pocos escultores que aún quedan en Azuay (foto). 

“Una vez se cayó, pero no le pasó nada. Nunca entró ni la polilla”, indicó sonriente la mujer.
Jaime Jimbo, artesano cuencano, lleva 45 años como escultor, nunca estudió, pero sí aprendió de su padre y de su abuelo este oficio que está a punto de perderse.

Con la madera elabora imágenes que están dispersas en varios puntos de la provincia del Azuay, incluso del Ecuador.

El artesano recuerda que el trabajar con este material se ha convertido en el mejor elemento para sus obras.

Su abuelo, Miguel Jimbo, era hábil para la pintura y antes de las fiestas adornaba las iglesias. Luego de él vino Julio

César Jimbo que ahora tiene 88 años; él enseñó la profesión a su hijo.

Estos escultores han hecho trabajos religiosos y profanos, como dice Jaime Jimbo, mientras hace una escultura de San Agustín, la misma que tendrá que estar en Nueva York el 10 de junio, donde se celebra la fiesta de este santo que tiene un metro de alto y 30 de ancho.

Muchas son las imágenes que se han hecho en madera y que aún se conservan en varios sitios de Cuenca (foto). 

El artesano señala que no hay donde conseguir cedro para los trabajos, ya que es una madera muy buena y que ahora se protege en la Amazonía del Ecuador.

El padre de Jaime fabricó al Cristo del Consuelo que está en la ciudad de Guayaquil, hecho en 1961 por intermedio de César Quizhpe, quien fue el que se acercó para que se hiciera la imagen que hoy es venerada por miles de personas en el puerto principal.

“Creo que fue hecho en 2.500 sucres”, dijo el hombre que apura su trabajo para entregarlo a tiempo a sus devotos.

“Los hogares cuencanos, al igual que los coloniales, en su interior poseían obras de pintura y escultura fundamentalmente religiosas”, señala en su libro Artesanía, Diego Arteaga, y agrega que en 1831 el presbítero Mariano Delgado y Espinoza, clérigo domiciliario del obispado de Cuenca, señalaba poseer “una imagen del patriarca José con su luna de cristal por delante y su moldura dorada, un Santo Cristo romano de indulgencias”.

Según Jimbo, en la actualidad a más de no tener madera, los escultores se van perdiendo. “Quizás conmigo se termine este trabajo; mis hijos ya no tienen interés en la escultura”, añadió. (I) 


 

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