Un imponente complejo con capacidad para 6 mil personas da la bienvenida a todos los visitantes que llegan a Aquepí, una comunidad de 450 habitantes, ubicada a 45 minutos de la ciudad de Santo Domingo. A escasos 100 metros del pueblo, a orillas del río Malicia, se levanta el gran Parque Acuático Ecológico, que es el principal imán turístico del sector.

En el interior del local se encuentra Eduardo López -su propietario-, quien llegó a Aquepí procedente del recinto Cristóbal Colón. Él recuerda que hace 3 años, con la ayuda de cuatro personas, construyó en 12 meses toda la infraestructura, en un área de 20.000 metros cuadrados.

El principal atractivo del Parque Acuático, según López, es la calidad del agua del río con la que llena las piscinas. “La acogida que tenemos en este complejo es porque el agua de las piscinas no tiene químicos y es bombeada directamente desde el río. Cuando las llenamos lo único que hacemos es extraer la arena”.

Por esa razón el cuidado de los ríos Malicia, Aquepí, Otongo y Mapalí es fundamental, no solo para el negocio turístico sino para la calidad de vida de sus habitantes.

Es así que la comunidad mantiene una lucha permanente para evitar que grandes empresas ingresen, como sucedió hace 5 años, cuando todos se opusieron a que una reconocida fábrica de alimentos instalara una granja de cerdos, en prevención a una posible contaminación de los ríos.

El personal que trabaja en el parque acuático atendiendo a los turistas lo conforman 30 personas, la mayoría habita en Aquepí.

Aunque las fiestas patronales de Aquepí se conmemoran conjuntamente con las del recinto Julio Moreno -el 9 de octubre- son las celebraciones de carnaval y de fin de año las que alteran considerablemente la vida del pueblo.

Un día en la vida cotidiana de la comunidad

Llegar a Aquepí no es una tarea complicada. Se debe realizar un viaje de 45 minutos desde la ciudad de Santo Domingo por la vía que conduce a Quito.

La ruta ofrece imágenes de indescriptible belleza natural para quienes se animan a emprender el recorrido. Desde la carretera (Vía Aventura) se observan vertientes de agua cristalina provenientes de las montañas que forman pequeñas cascadas. Más de una decena de letreros a lo largo de la avenida invitan a los viajeros a visitar los complejos y balnearios.

Luego de 25 minutos de trayecto la vía asfaltada de cuatro carriles se interrumpe para dar paso a una carretera de tierra. Al paisaje natural ahora se suman ríos con veloces caudales, además de fincas tradicionales y ganado vacuno alimentándose con verde pasto.

A pocos metros de la entrada a Aquepí, José Flores repara una cerca de púas que protege su finca. Con la amabilidad que caracteriza a la sencilla gente del campo, hace una pausa en su labor para entablar una breve conversación e indicar que su pequeña comunidad se encuentra un poco más adelante.

En el pueblo hay 450 habitantes, distribuidos en cerca de 60 viviendas alrededor de la calle principal, que también es la vía de acceso. A esa hora de la mañana (10:00) no hay mucho movimiento. La mayoría de los moradores está en el campo desde las 05:00 realizando las diferentes labores del día, algunos trabajan la tierra y otros cuidan a los animales en sus respectivas fincas.

El producto más importante en este sector es el banano. Orito, barraganete, dominico y maqueño son las variedades que se cultivan, además de los sembríos de yuca y maíz. Por la fertilidad de la tierra de Aquepí, el costo de una hectárea puede llegar a $ 25 mil.

La tranquilidad de Aquepí se altera al mediodía cuando la escuela Tomás de Berlanga -la única que hay en el pueblo- abre sus puertas y los niños se dirigen a sus casas. Algunos solo tienen que cruzar la calle para llegar a su hogar, pero otros deben caminar entre 15 y 25 minutos.

Aquepí no cuenta con un colegio, por eso, los jóvenes deben ir hasta el recinto Julio Moreno -a 6 kilómetros de la comunidad- para estudiar. Los buses que arriban de Santo Domingo pasan cada dos horas, por lo que las opciones para llegar son caminar o trasladarse en motocicleta.

La tarde transcurre de manera apacible. Son las 14:00 y muchos agricultores retornan a sus hogares para almorzar y descansar. Cuando la temperatura baja (18°C) se instalan en los portales de las casas para conversar con sus vecinos. Así lo hace don Ermel Ruano, vicepresidente del recinto. “Realmente es un pueblo tranquilo -afirma-; aquí no hay delincuencia. Cuando surgen problemas o peleas es por personas que han venido desde afuera”.

Al caer la noche, la única calle de Aquepí está casi desierta y las pocas personas que se observan vuelven de sus trabajos desde Santo Domingo o del recinto Julio Moreno.

La comunidad se formó en 1950 con la llegada de colonos procedentes de la provincia del Carchi -aserradores la mayoría-, en busca de la madera de cedro.    

En 1966 el antiguo Ierac (Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización) inició los trabajos para abrir los primeros caminos vecinales y en 1968 ingresó el servicio de transporte público. Desde 1995 el pueblo cuenta con redes de agua potable y alcantarillado.

La ejecución de la llamada Vía Aventura representa una obra importante para el desarrollo económico y turístico de la zona. Actualmente la maquinaria trabaja en la ampliación de la carretera principal (4 carriles), además de construir una ciclovía. Una necesidad prioritaria para Aquepí es el mejoramiento del único camino de ingreso, es decir, unos 10 km desde la vía que viene de Santo Domingo. (I)

DATOS

Los buses para llegar a Aquepí -San Jacinto y Santo Domingo- salen desde el centro de la ciudad de Santo Domingo. El costo del pasaje hasta la comunidad es de $ 0,75.

Los turnos diarios de los buses son: 07:00, 09:15, 10:30, 11:30, 13:30, 15:30 y 19:00.

El tiempo de viaje es de 45 minutos, dependiendo del estado de la carretera y de la temporada climática.

Aquepí es una comunidad rural que pertenece al recinto Julio Moreno, que a su vez forma parte de la parroquia Río Verde de la ciudad de Santo Domingo. Su clima oscila entre los 18°C y los 26°C.

Los precios para ingresar a los diferentes balnearios y parques acuáticos son de $ 2 a $ 5, mientras que los platos de comida típica cuestan entre $ 5 y $ 8.