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El Telégrafo

Los populismos clientelares reciben el mayor de los castigos

Los populismos clientelares reciben el mayor de los castigos
20 de febrero de 2013 - 00:00

El populismo ecuatoriano pensó que seguía en el mismo país de hace diez años. Por eso escribió el mismo libreto para estas últimas elecciones. Para el PRE, Prian y Sociedad Patriótica hay una lección clara y contundente: las mentiras, los escándalos, las ofertas fatuas, los regalos y las dádivas ya no son “instrumentos” electorales. Aunque tengan uno o seis asambleístas, las cifras lo dicen todo: quedan relegados a los últimos lugares, comparten con las izquierdas plurinacionales (que merecen un análisis aparte) el mismo espanto y susto, sin entender por qué si les había ido bien con ese discurso y libreto ahora ya no funcionó.

¿Por qué cayeron tan bajo? ¿Qué hicieron para merecer ese rechazo? ¿Dónde quedaron los analistas que daban por hecho un lugar destacado al coronel, “que siempre da sorpresas”, que mantiene un electorado cautivo, etc.)
Para algunos analistas es sorpresiva la derrota de PSP. Y no hay tal: desde el mismo arranque de la campaña las encuestas (esas que la prensa privada no quiso publicar para seguir creyendo en sus propias fantasías y para engañar a sus audiencias) decían que el PRE, PSP y Prian no crecían ni avanzaban.

Incluso, la candidatura del pastor evangélico ilusionó a los dirigentes del PRE porque consideran que hasta sus fieles tienen que votar en contra del “diablo”, aunque sean beneficiados de las políticas públicas “ateas” y laicas. En este caso concreto hay otras lógicas que los analistas y los medios comerciales nunca se dignaron en debatir y menos polemizar. Si no, releamos las entrevistas de El Universo, El Comercio y Expreso con el pastor. Salvo la de HOY, todos confluían en la misma lógica clientelar mediática para no provocar ninguna reflexión.

En esa candidatura se expresó lo más arcaico de la política, que ni el propio Abdalá Bucaram (padre) habría propuesto y menos aceptado. El fanatismo religioso de Dalo le ha costado al “PRE nueva era” muy caro.

En Sociedad Patriótica hay otro fenómeno y que el propio Lucio Gutiérrez no acaba de entender: perdió en el mismo momento en que no pudo convertirse en el abanderado de la derecha. Había trabajado todos estos años para granjearse el favor de la derecha. Reunido con Jaime Nebot, Álvaro Noboa y Guillermo Lasso, no obtuvo su beneplácito y se lanzó con la confianza de ser el ”auténtico representante del pueblo” cuando ya ni siquiera sus negocios (y los de su hermano) le facilitaban el acceso al sector más pobre. Incluso ahí hay otro elemento: su extracción de clase le impedía tener un reconocimiento de los sectores pudientes. Guillermo Lasso no iba a ceder a un coronel el portaestandarte de la derecha más neoliberal.

¿El asesor de Gutiérrez supo quién era su asesorado y de lo que podía ser capaz si iban de la mano? Gutiérrez hizo cálculos por fuera de su olfato y de su condición, ahí perdió su gran oportunidad.

Imaginó que apoyado en las mismas herramientas electorales hablaba con la misma gente que años atrás esperaba regalos. No sopesó que las políticas públicas eficientes alejan todo populismo y clientelismo. La gente aprende que un poco de regalos y promesas de hoy solo se quedan en el presente. Aprendió que las políticas públicas aseguran un futuro menos incierto y con mejores herramientas para proyectar procesos individuales y colectivos.

Gutiérrez no es ingenuo. Y aprendió lo más dañino de la política clientelar. Por eso se alió con grupos y personas que sabían cuánto significaba tener un bloque legislativo más o menos influyente. Detrás de PSP hay personas y grupos ligados directa o indirectamente a determinadas “mafias”. Si hay algo de honestidad política en Lucio Gutiérrez, debe reconocer que sus “allegados” no andaban “en buenos pasos”, para decirlo del modo más eufemístico.

Repitió la fórmula de meter a “estrellas de la farándula” para ganar votos, cuando esas estrellitas no tenían ni siquiera el mismo rating de hace cinco años en los canales privados ni en los incautados.

Entre el PRE y PSP había diferencias de forma, pero en el fondo hubo algo más: rendían cuentas políticas y económicas a grupos de interés con afanes claramente desestabilizadores, fundamentalistas y hasta recalcitrantes atrincherados en determinadas provincias. No por gusto aparecieron financistas, candidatos y operadores en las filas de los dos partidos, que la gente sabe identificar.

Finalmente, ¿esta elección será la partida de defunción política de Álvaro Noboa? ¿Le quedan ganas, plata  y aparato político para lanzarse a la disputa municipal del próximo año? Quizá sí. En su visión política todo se resuelve con plata y mientras la tenga  tendremos candidato para lo que sea y acólitos que esperan con su venia resolver la falta de programa, tesis y capacidad para afrontar y confrontar con el momento político histórico del Ecuador.

Gutiérrez, Zavala y Noboa se disputaron el mismo electorado. Ese es el que aún cree en milagros y el que apuesta por un apóstol de la “religión” que sea. La derechización de todos ellos cayó en el mismo momento en que la derecha eligió una nueva figura. Entonces, los pocos que creen en esos populismos de vieja data ahora mirarán con recelo su propia decisión.

Y también habría que ver las caras de aquellos que entrevistaban a los tres como si fuesen un comodín muy bien puesto para disputarle el puesto y la historia a un proyecto político mucho más serio y responsable. La caída de la tarima, la arremetida de los jóvenes en las redes sociales y la poca capacidad de explicar qué mismo quería de este país hicieron que Gutiérrez se ubique muy lejos de sus deseos. Igual pasó con sus ex aliados (PRE y Prian).

Lástima que ahora con lo poco que tienen volverán a usar y abusar de su capacidad de perturbación en cada acto público.

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