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El son cubano

El son cubano
31 de marzo de 2013 - 00:00 - Freddy Russo, Musicólogo ecuatoriano

¿Qué te parece sonero si el presente artículo intenta aportar con algo más sobre el significado y el gusto por el son cubano? Para entenderlo mejor, para sentirlo más y sobre todo para bailarlo con más gusto y sabor.

 

El son, dentro de la cultura cubana, tiene una profunda significación: en cuanto a sus letras, es decir su canto, va desde la expresión folclórica de cientos de diletantes, hasta la composición poética de grandes soneros como su poeta mayor: Nicolás Guillén. Y en cuanto al baile, para el cubano constituye un ritmo pujante de gran riqueza expresiva que incide en la expresión corporal de caminar, hablar, danzar y hasta gozar.

 

Un mito sonero

 

¿Es el son el ritmo más antiguo de Cuba? Existen investigadores, musicólogos y grandes personalidades que han afirmado que el primer son apareció allá por el siglo XVI, con el nombre de Ma Teodora, composición de una negra horra llamada Teodora Guinés, que cantaba con su hermana Micaela. ¿Algo de mito, algo de realidad? Sí, como mito, se ha trasmitido oralmente ese canto. Y como realidad, su letra dice: “¿Dónde está Ma Teodora?/ Rajando la leña está/ ¿Con su palo y su bandola?/ Rajando la leña está(…)”. En esta letra predomina la forma pregunta-respuesta, entre el solista y el coro, propio de los juegos y cantos de la religión agysimbia de África, esta misma forma también aparece como base primigenia en el blues norteamericano. Este canto de Ma Teodora ha sufrido notables transformaciones rítmico-métricas -al menos comparándole con lo que hace mucho tiempo ya se dio como versión transcrita más o menos oficial-, hace evidente entre otras cosas: la lógica huella de su transmisión empírica. En fin, toda controversia abierta -especialmente sobre música popular- ayuda a estimular y a enriquecer investigaciones posteriores.

 

La historia sonera

 

El son es la música de la nacionalidad cubana, múltiples investigaciones demuestran que el son aparece como una serie de cantos que los esclavos negros expresaban para mitigar su dolor, su carencia de libertad, su condición de explotados. El son empezó a popularizarse en los carnavales de Santiago de Cuba para 1892 por un intérprete llamado Nené Mangufás, este músico ejecutaba un instrumento rústico de tres cuerdas dobles y una caja de madera llamado Tres, el cual se convertiría en el símbolo del son hasta nuestros días. Las necesidades expresivas de canto y baile incidieron en la incorporación de la cuerda pulsada en la parte musical, es decir, se incorporó también la guitarra de raíz hispánica. En otras palabras, se cubanizó la guitarra española al convertirse en el Tres(1). Este instrumento de cuerda de origen cubano es propio del son. Los grupos soneros originalmente estaban conformados por guitarra, tres cubanos, bongó, maracas y marímbula que tenía sonido de bajo, más tarde, el contrabajo sustituyó la marímbula; y se sumó la trompeta en 1927, instrumento característico de la formación del septeto. Toda esta instrumentación se fusionó con elementos de ritmo, timbre y estructuración proporcionados por el modo creativo del negro, cuya fusión sincretizada representó la síntesis sui géneris de lo que fue más tarde la manifestación sonera.

 

Tipos de son

 

Hay diversos tipos de son: el montuno, el changüí, el oriental, el pregón, el guantanamero y el habanero; los mismos que responden a su polémico origen, que si de Barabacoa, de Santiago de Cuba, de Manzanillo o de Guantánamo ¿Cuál es el genuino, el auténtico? La musicóloga cubana María Teresa Linares en su libro El sucu-sucu en la isla de Pinos emite una resolución -que coincide con la del musicólogo Odilio Urfé-, y dice: “…es necesario remitirnos al periodo de la Independencia, siglo XIX, donde los batallones de Pardos y Morenos, constituyeron la cantera de la que sacaron los músicos para organizar grupos musicales bailables. Este es el origen efectivo -hablando oficialmente-, que define al son, como música de la nacionalidad cubana”. El son fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación cubana durante la gala inaugural del Festival Matamoroson 2012, en la ciudad oriental de Santiago de Cuba.

Una de las primeras orquestas fue La Flor de Cuba, cuyo director Juan de Dios Alfonso y Armenteros, que era también compositor y clarinetista, fue uno de los músicos que insertó definitiva y vigorosamente esta expresión popular cubana.

 

Apogeo del son

 

El apogeo del son se inicia por 1900. Dos hechos marcaron su verdadero auge: el primero que se inicia cuando el compositor José Urfé incorpora el ritmo del son como parte final en la estructura del célebre danzón El bombín de Barreto (1910); y el segundo, al formarse el Sexteto Habanero en 1920 como fusión de otros conjuntos musicales. La expresión del son -señala Odilio Urfé- fue difícil, incluso llegó a ser prohibido por considerarse inmorales sus pasos coreográficos y algunas de sus letras. Pero la mayoría de letras del repertorio del Sexteto Habanero se apoderaron del gusto popular, hasta llegaron a permear los estamentos superiores de la sociedad burguesa cubana. La inserción definitiva y vigorosa de esta expresión popular cubana llega en el periodo comprendido entre 1920 y 1935. Ignacio Piñeiro Martínez (1888-1969) fundador del Septeto Nacional es considerado como uno de los más importantes exponentes del son cubano y sus variantes. Otros grupos de genuina raíz popular son los sextetos: Gloria, Cárdenas, Blanca Rosa, La Sonora Matancera, La Lira de Oro, Esmeralda y Bayano, y los tríos: Yoyo, Los Criollos, Favorito, Iberia y el célebre Trío Matamoros (8 de mayo de 1925) conformado por Ciro Rodríguez, Rafael Cueto y Miguel Matamoros. Este último trío se constituyó en el embajador del son cubano y en 1928 llegó a grabar en la RCA Víctor de Nueva Jersey, diversos temas como Mamá son de la loma, El que siembra su maíz, La mujer de Antonio y muchos más, que encendieron la rumba sonera y comenzaron a sonar en las fiestas, bailes y salones de las ciudades del Caribe, Centro y Sudamérica. Es fundamental señalar que el son cubano es el género musical que más ha influenciado en el danzón, el mambo y sobre todo en la salsa, tanto en el formato instrumental, como en la estructura musical de esta, hasta llegar a confundirse como un mismo fenómeno. Comparando géneros: lo que el blues es para el jazz, el son es para la salsa, es decir, es su columna vertebral.

 

Nicolás Guillén, el poeta mayor

 

El aparecimiento de la obra poética más conocida e influyente de Nicolás Guillén, Motivos del son, publicado en el Diario de La Marina, el 20 de abril de 1930, instauró al son como la manifestación más representativa de la identidad cultural cubana. Con esta obra, Guillén se constituyó en el poeta más grande de la comunicación sonera. En uno de sus Motivos dice: “El son del querer maduro, tu son entero: cógela tú, guitarrero, limpia de alcohol la boca, y en esa guitarra toca, tu son entero...”. Su habilidad rítmico-métrica, su intuición, el uso del estribillo, el sentido del ritmo y el empleo de las jitanjáforas (2) negras, le permitieron a Guillén crear estrofas de una sostenida musicalidad sonera: “Mayombé-bombé Mayombé/ Mayombé-bombé Mayombé / Sensemayá la culebra sensemayá...”.(3)

 

El conocimiento de lo afroantillano y afrocubano alcanzó con Guillén una potencialidad comunicativa armónica y coherente, no solo como simple motivo musical, sino como elemento de verdadera poesía. Sus poemas-son reivindicaron lo verdaderamente cubano, utilizó la comunicación poética como elemento de fuerza. Roberto Fernández Retamar dice: “Guillén es quizás el único poeta cubano para el cual la poesía negra no fue una moda; sino un modo: de ella parte y, afirmándola en lo formal, cargándola de contenido social en lo interior, la hace desembocar, bien en una hermosa poesía de raíz popular, bien en una poesía social, que es la más lograda de tal tendencia”.(4)

 

NOTAS

(1) El tres: es un instrumento musical cubano, derivado de la guitarra. Consta de tres órdenes de cuerdas dobles octavadas en -por lo menos- un orden.

 

(2) En su poema Sensemayá, (Canto para matar una culebra), el uso de las jitanjáforas (conjunto de estrofas, palabras y onomatopeyas, carentes de sentido pero dotadas de sonoridad musical y de poder para estimular la imaginación). En el blues y en el jazz se denomina skat, es común este uso para captar el hondo misterio del alma negra.

 

(3) Poema Sensemayá Canto para matar una culebra. Es notorio en la poesía de Guillén la influencia de dos autores conocidos: el uno, Langston Hughes del libro The weary blues (1926) que fue una serie de letras para canciones populares norteamericanas llamadas blues; y el otro, Federico García Lorca: lo linguístico por el uso común del idioma y el acercamiento a lo popular.

 

(4) Fernández Retamar, Roberto El son de vuelo popular. Editorial de letras cubanas pág.9.

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