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La música corre por las venas de Guayaquil Bicentenaria

La música corre por las venas de Guayaquil Bicentenaria
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18 de octubre de 2020 - 10:27 - Ana María Suárez

La música popular tiene un espacio importante en el Bicentenario de Guayaquil. “Los primeros maestros de música en el período colonial fueron los sacerdotes. Luego, los integrantes de las bandas militares que enseñaban a tocar instrumentos de viento. Ya en el período republicano del siglo XIX, en los grandes veleros llegaban las compañías europeas de óperas, operetas y zarzuelas que permanecían largas temporadas”, nos relata la reconocida historiadora Jenny Estrada Ruiz.

Pero fue de la Sociedad Filantrópica del Guayas, institución creada y financiada por el voluntariado porteño, donde se fundó la primera escuela de música (1892), de cuyas aulas surgieron grandes compositores del siglo XIX proyectándose hacia el XX: las dinastías de los Blacio, intérpretes, directores de orquesta y compositores; maestros de la familia Luces, pianistas y compositores. En el año 1910, nació la primera orquesta sinfónica infanto- juvenil, dirigida por el maestro portugués Claudino Roza.

Según el historiador Rodolfo Pérez Pimentel, ya iniciado el siglo XX, hubo gente de Guayaquil muy preocupada por la música como doña Ana Villamil, autora de la canción del 9 de octubre. Ella compuso para sus alumnas de primaria de las escuelas municipales. El Municipio de la ciudad, en 1918, la declaró como himno.

Para la historiadora Estrada, en esa misma época brillaron músicos como Nicasio Safadi Reves, “libanés de origen y guayaquileño de corazón, compuso centenares de pasillos, valses criollos y otros ritmos nacionales, enriqueciendo el pentagrama de nuestra música mestiza. A él se sumaron Carlos Solíz Morán, Carlos Silva Pareja y más tarde, Carlos Rubira Infante".

La docente-investigadora de la Escuela de Música de la Universidad de Las Américas (UDLA), Johanna Abril, resalta el aporte de Carlos Rubira Infante, compositor ecuatoriano de música popular, creador del emblemático tema Guayaquileño, madera de guerrero, y otras 500 canciones. “Con esa canción quería demostrar el amor profundo a su ciudad. Cuando escucho esa canción es como hablar un idioma específico del puerto principal".

En la primera mitad del siglo XX, surgieron grandes intérpretes de la música popular, representados por los dúos de moda, como las Hnas. Mendoza Sangurima; doña Fresia Saavedra, Irma y Mary Aráuz; Safadi con el “Pollo” Ibáñez Mora. Precisamente, este último dúo, grabó la melodía Guayaquil de mis amores en Nueva York, internacionalizando la música ecuatoriana, según Abril.

En décadas posteriores, del pueblo surge la voz del Ruiseñor de América, Julio Jaramillo, el más querido y popular exponente de nuestra identidad musical dentro y fuera del país. “Y a partir de la fundación de la primera escuela del pasillo del país (2008), que pude realizar con apoyo del ex alcalde Jaime Nebot, nuevas generaciones siguen reconociéndose en los referentes de nuestra identidad musical ecuatoriana”, precisó Estrada.

El trabajo de Olimpo Cárdenas también se destaca. Entre sus más recordados éxitos están: Lágrimas de amor, En la lejanía, Amor de pobre, Fatalidad, y otras melodías relacionadas al amor, la traición, las separaciones. Para Pérez Pimentel, si Cárdenas habría viajado más, se habría dado a conocer tanto o más que Julio Jaramillo.

Concluyen los historiadores señalando que la musicalidad del pueblo guayaquileño es innata a su espíritu alegre y comunicativo. (I)

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