En el caldeado ambiente que siguió al asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, tuvo lugar en Bogotá el 30 de Abril de 1948, la creación de la Organización de Estados Americanos. Su convulso nacimiento marcó un derrotero en el cual, en varias oportunidades, los países latinoamericanos y caribeños actuaron en calidad de comparsas, frente a las decisiones adoptadas por el gobierno norteamericano, cuyo territorio- en el distrito de Columbia- sirve de sede a la institución.
El entorno en el cual se estableció estuvo marcado por la ‘guerra fría’, que enfrentaba a la Unión Soviética y a los Estados Unidos y sus principales socios europeos, a pocos años del fin de la segunda conflagración mundial, cuando se dividió la coalición que enfrentó y derrotó al eje nazi-fascista, iniciándose una competencia que llevó al mundo al borde de un conflicto nuclear. Un antecedente en este sentido fue la suscripción en 1947 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que garantizaba la solidaridad regional frente a cualquier ataque procedente de países de fuera del continente. Años después, el conflicto entre Argentina e Inglaterra por las Malvinas, mostró a un Estados Unidos parcializado con la potencia extracontinental, dando una rotunda negativa a tal principio.
Fundada como un ‘foro político para la toma de decisiones, el diálogo multilateral y la integración de América’, los objetivos que constan en su Declaración fueron: “trabajar para la paz, seguridad y consolidación de la democracia; promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo social y económico y favorecer el crecimiento económico sostenible en las Américas”. Actualmente la organización está integrada por 35 países.
Durante su errático y no tan honroso trayecto, merece recordarse la resolución adoptada en Punta del Este el 31 de enero de 1962, en la 8va. Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la región, durante la cual se expulsó a Cuba, aduciendo que el ‘sistema marxista-leninista’ (¿?) era incompatible con los principios de la OEA.
Ecuador se abstuvo. Fidel bautizó en célebre frase a la organización, como “ministerio de colonias yanqui”. Aunque en 2009 se revirtió dicha exclusión, Cuba no ha retornado ni piensa hacerlo en el futuro.
El décimo primer secretario general Luis Almagro desató la controversia dada su parcializada e irrespetuosa actitud frente al gobierno democráticamente electo de Venezuela y así lo han señalado voceros diplomáticos de distinto signo. Se ha identificado con la oposición que, desde el Congreso, busca la destitución del presidente Maduro. En esa línea, ha recibido a ciertos dirigentes de la reacción ecuatoriana, a quienes- según ellos- ha ofrecido que la OEA, estará presente en los próximos comicios, “con invitación o sin ella…”
El presidente Correa planteó acertadamente que, bajo el amparo de la Celac, los países que integran “Nuestra América”(Martí), actúen como bloque y con esa fuerza le puedan hacer frente a EE.UU. y Canadá. Hasta tanto, recordemos la vieja consigna popular: “Con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea”.(O)
