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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

Quito, de mal en peor

18 de diciembre de 2015 - 00:00

A diario, sectores diversos de la ciudad de Quito acuden al Palacio Municipal, en la Plaza Grande, para protestar y exigir del alcalde Rodas soluciones y audiencias. Ayer fueron los taxistas, mañana los tricicleros, pasado las prostitutas, y luego los vendedores de mercados o barrios enteros que claman por obras. Sin embargo, el Alcalde no los recibe ni presenta soluciones; no dialoga y la ciudad se hunde en el caos y el desorden.

De ahí que no es gratuito que una reciente encuesta revele que el 65% de los quiteños califica a la gestión del alcalde Rodas como mala y muy mala. Es decir que desde el inicio de su gestión ha perdido 55 puntos, y la opinión negativa de los pobladores de Quito va en aumento.

Hoy son los artistas, los gestores culturales, académicos y grupos independientes los que protestan y exigen del Alcalde la generación de políticas públicas culturales para la ciudad.  En una carta -fechada el 9 de diciembre- remitida al alcalde Rodas y las autoridades de cultura señalan: “Enfatizamos la preocupación colectiva por la inestabilidad y debilidad institucional durante la presente administración. Esto se evidencia en los continuos cambios de autoridades en las dependencias culturales, así como la suspensión de proyectos de vinculación comunitaria y de programas en territorio”.

Así mismo, los firmantes señalan su preocupación por el futuro del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y afirman que, “debido a su dimensión simbólica, no puede tener otra función ni perderse entre otros intereses”. Pero además, los firmantes proponen al Alcalde temas específicos: autonomía de la cultura en la ciudad, programas sociales interinstitucionales, recuperación de políticas públicas con “un plan de información y participación de los actores culturales representativos y relacionados a las artes en la ciudad”.

No son pocas las voces que reclaman por políticas culturales transparentes para Quito, como bien afirma -por ejemplo- el artista Xavier Cevallos: “El dinero público institucional termina, en muchos casos, a las órdenes de proyectos personales; los fondos para festivales deberían ser capital semilla; la falta de sistematización de los procesos termina significando que se está a merced del funcionario de turno; necesitamos definir reglas de juego claras y para todos”.

Los gestores culturales también se quejan de cambios continuos de funcionarios en las dependencias culturales municipales, despido de personal especializado, por lo que solicitan que los nombramientos se hagan mediante concurso público.  Y es cierto, “las instituciones culturales tienen la obligación de estimular la construcción crítica y participativa de identidades y prácticas culturales. Adicionalmente, están llamadas a generar vínculos permanentes con grupos sociales, academias especializadas  y colectivos diversos; y propiciar el desarrollo libre de redes de trabajo cultural”.

El alcalde Rodas tiene la palabra. Ya es hora de cambiar de rumbo, de gestionar la ciudad en función de las necesidades colectivas y demandas ciudadanas. Quito no solo es Patrimonio de la Humanidad, es también una capital cultural que merece tener políticas públicas para la cultura coherentes, transparentes y participativas, que superen las agendas personales y los intereses clientelares. (O)

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