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En Ecuador se han logrado avances positivos en los últimos ocho años. Acceso a la tecnología, reducción del analfabetismo e incremento de la práctica de actividades físicas son algunos indicadores

Más retos frente al envejecimiento global

Varias actividades, como la práctica de taichi en el parque lineal de Guayaquil, permiten que las personas de más edad mejoren su calidad de vida entre amigos. Foto: Karly Torres / El Telégrafo
Varias actividades, como la práctica de taichi en el parque lineal de Guayaquil, permiten que las personas de más edad mejoren su calidad de vida entre amigos. Foto: Karly Torres / El Telégrafo
03 de octubre de 2015 - 00:00 - Kléver Paredes B.

El 1 de octubre fue el Día Internacional de las Personas Adultas Mayores. Este año, el pedido desde las Naciones Unidas fue para “La sostenibilidad y la inclusión de las personas mayores en el entorno urbano”.

En la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores de 60 años. Para 2050, sobrepasarán los 2.000 millones. Más del 21% de la población mundial. Cifras contundentes que obligan a prestar mayor atención a las necesidades particulares de los adultos mayores y los problemas a que se enfrentan muchos de ellos.

La sostenibilidad y la inclusión de las personas mayores en el entorno urbano se debe al impacto que estas tienen en el nuevo medio, así como el efecto que este tiene en ellas. El objetivo de la celebración de este año es mostrar que “una agenda que incluya a las personas de edad es crucial para que los entornos urbanos sostenibles promuevan la equidad, el bienestar y la prosperidad para todos”.

Desde las Naciones Unidas se menciona que las personas mayores que viven en las ciudades tienen más probabilidades de generar ingresos, oportunidades de educación, acceso a viviendas asequibles, instalaciones públicas y transporte seguro. A consecuencia del fenómeno de la urbanización, hay un gran número de personas mayores de 60 años viviendo en las ciudades. Se espera que esta cifra alcance los 900 millones para 2050.

“Lograr ciudades inclusivas para las personas de edad significa crear oportunidades para su participación económica y social en entornos accesibles y seguros. También implica proporcionar viviendas asequibles y los servicios sociales y de la salud necesarios para que puedan envejecer en sus hogares. (…) Hago un llamamiento a los gobiernos para lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, de modo que nadie quede a la zaga, sea cual sea su edad”, fue el pedido de Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas con motivo de la celebración mundial.

Las Naciones Unidas resaltan, además, que es igualmente importante la contribución esencial que la mayoría de los hombres y las mujeres de edad pueden seguir haciendo al funcionamiento de la sociedad si se cuenta con las garantías adecuadas. Los derechos humanos se hallan en la base de todos los esfuerzos en este sentido.

¿Qué podemos hacer para que nuestras ciudades sean más inclusivas? Empecemos por velar porque se incluya tanto a personas más jóvenes como de las generaciones de mayor edad en el proceso de planificación urbana y que se tomen en cuenta igualmente sus problemas, sus necesidades y sus preocupaciones, considera en la Declaración por el Día Internacional de las Personas de Edad, Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas.

“Necesitamos un criterio relativo a la planificación urbana que se centre en el bienestar a lo largo del ciclo vital. Debemos invertir en los jóvenes hoy promoviendo hábitos saludables, velando por la educación y el empleo, y dando a todos los trabajadores acceso a servicios de salud y a la cobertura de seguridad social. Esta es la mejor inversión para mejorar la vida de los jóvenes, ayudar a reducir el aumento de la emigración, y mejorar la vida de las generaciones futuras de personas de edad. Al mismo tiempo, debemos prestar servicios accesibles de atención de salud, oportunidades de aprendizaje y readiestramiento a lo largo de la vida, y empleo flexible para que las personas de mayor edad mejoren su bienestar y faciliten su integración en las comunidades”, dice Babatunde.

Este año ha coincidido con la celebración del Día Internacional de los Adultos Mayores, la presentación de varios trabajos relacionados a la calidad de vida y servicios para este grupo poblacional. La organización internacional HelpAge, por ejemplo, hizo público el Índice de Envejecimiento Global 2015 que clasifica cuál es el mejor y el peor país para envejecer, basándose en cuatro factores: la seguridad de ingresos, el estado de salud, las capacidades y el entorno favorable.

En 2015, Suiza se constituye en el mejor país para vivir para las personas mayores, seguido de Noruega, Suecia, Alemania y Canadá. La mayor parte de los países de América Latina y el Caribe tienen una posición moderada, independiente de las políticas y los niveles de ingresos. A pesar de existir políticas y programas en salud, educación e ingresos para las personas mayores, todavía hay mucho por hacer, es la recomendación en el Índice.

Para el caso de Ecuador, en 2014, en el Índice de Envejecimiento Global, le ubicó en el puesto 33. Su puntuación en seguridad de ingresos fue 56; estado de salud 28; competencias 42; y entornos favorables 58. En 2015 se mantuvo con el mismo puntaje en seguridad de ingresos, estado de salud y entornos favorables, sin embargo en competencias bajó al 72, lo que incidió para que en la clasificación general descendiera al puesto 44.

Entre los parámetros que se mide en lo relacionado a competencias está el nivel de educación de los adultos mayores y el empleo.

Sin embargo, en los últimos ocho años hay varios logros y avances que deben destacarse en Ecuador, según datos del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).

El porcentaje de personas adultas mayores en situación de pobreza por consumo registró un descenso significativo a nivel nacional entre 2006 y 2014, esto es de 31% a 18%, respectivamente. La reducción del analfabetismo pasó del 52% al 49%. El acceso a la tecnología, del 0,9% al 3,7%. La práctica de actividades deportivas en este grupo etario se incrementó de 6,6% al 11,9%.

Las personas adultas mayores que obtuvieron algún título universitario, en el período 2006-2014, de igual manera aumentaron del 3,4% al 5,7%. La inversión por habitante repercutió directamente para mejorar los indicadores mencionados. De 144 dólares por habitante se subió a 501 y el presupuesto en el sector social fue de 8.022 millones.

El número de personas adultas mayores que reciben el Bono de Desarrollo Humano también se incrementó de 198.000 en 2006 a más de 543.706 en 2015. Según datos de la Organización Iberoamericana de Seguridad Social, Ecuador constituye el país con una mayor cobertura en el sistema no contributivo en América Latina, con más del 50% del total de la Población Adulta Mayor.

La Constitución del Ecuador señala que las personas adultas mayores son consideradas grupo de atención prioritaria, lo que exige del Estado un énfasis de atención a grupos históricamente excluidos.

Dentro de la política social es prioritaria la atención a los adultos mayores, especialmente a aquellos que sufren pobreza, abandono o se encuentran en situaciones de riesgo social, tomando en cuenta las obligaciones de la familia, sociedad y Estado respecto a la protección y garantía de los derechos de las personas adultas mayores. (I)

Informe de la OMS

300 millones de personas mayores están sin cuidado

A propósito del Día Internacional de las Personas Adultas Mayores, también la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó un informe en el que revela que existe un déficit mundial de 13,6 millones de trabajadores sanitarios, lo cual impide el suministro de servicios de calidad a más de la mitad de las personas de edad avanzada del mundo.

Más de la mitad de la población mundial de 65 años o más, es decir 300 millones de personas, están excluidas de los tan necesarios cuidados de larga duración. La OIT sugiere que este trabajo sea una prioridad absoluta de las agendas políticas de todos los países, que permita respetar los derechos y la dignidad de las personas mayores y de sus cuidadores.

En África, donde faltan 1,5 millones de trabajadores en los cuidados de larga duración, más de 90% de las personas mayores no recibe servicios de cuidado cuando los necesitan. El mayor déficit en números absolutos se observa en la región de Asia y el Pacífico, donde la carencia de estos profesionales es de 8,2 millones, lo cual significa que 65% de la población de edad avanzada está excluida.

“Nos enfrentamos a estos déficits a pesar de que gran parte del cuidado, hasta 80%, lo realizan las mujeres de la familia de las personas de edad sin percibir remuneración. Su número supera con creces el de los trabajadores formales en todos los países”, explica Xenia Scheil-Adlung, coordinadora de Políticas de Salud de la OIT y autora del estudio.

Según la experta de la OIT, la situación se ve agravada por una falta absoluta de cobertura de cuidados de larga duración en la mayoría de los sistemas de seguridad social. Solo 5,6% de la población mundial vive en países que ofrecen cobertura universal en este campo.

Más de 48% de la población mundial no está protegida por la legislación en materia de cuidados de larga duración. Otro 46,3% está, en gran medida, excluido de la cobertura por las regulaciones que limitan los beneficios solo a los más pobres. Esto obliga a muchas personas de 65 o más años a pagar de su bolsillo por estos servicios.

La falta de atención hacia las necesidades de cuidados de larga duración pone de manifiesto la discriminación por razones de género y edad. Esto se traduce en un tratamiento desigual de las personas ancianas que necesitan estos servicios en relación a los jóvenes que tienen necesidades de asistencia sanitaria similares. La discriminación -enfatiza la OIT- por motivos de edad también se percibe en el miedo irracional expresado por la opinión pública dominante, según la cual los cuidados de larga duración no pueden ser financiados públicamente, sin tomar en cuenta las ventajas en este campo. (I)

No existe una persona mayor ‘típica’

Salud: acciones integrales en la edad avanzada

La Organización Mundial de la Salud (OMS) de igual manera presentó una voz de alerta con su ‘Informe Mundial sobre el Envejecimiento y la Salud, en el Día Internacional de las Personas Adultas Mayores. Reclama un cambio urgente en las estrategias de salud pública que se han adoptado frente al envejecimiento de la población porque han sido ineficaces.

Señala: “La salud de las personas mayores no ha seguido el ritmo con el que ha aumentado la longevidad; las marcadas inequidades en salud son evidentes en el estado de salud de las personas mayores; los sistemas de salud actuales no están adaptados a la atención que necesita la población de edad avanzada, incluso en los países de ingresos altos; los modelos de atención a largo plazo son a la vez inadecuados e insostenibles; y los entornos físicos y sociales presentan múltiples obstáculos y carecen de incentivos para la salud y la participación. Es necesario un nuevo marco de acción global, que tenga en cuenta la gran diversidad de la población de edad avanzada y encare las desigualdades de fondo”.

Actualmente y por primera vez en la historia, la mayoría de las personas puede aspirar a vivir hasta entrados los 60 años y más. La mayor esperanza de vida, sumada a las caídas importantes en las tasas de fecundidad, es la causa del rápido envejecimiento en todo el mundo.

El informe de la OMS advierte que, a pesar de que se presuponga que el aumento de la longevidad viene acompañado por un período prolongado de buena salud, hay pocas pruebas de que las personas mayores en la actualidad gocen de mejor salud que sus padres a la misma edad.

“La mayoría de los problemas de salud que enfrentan las personas mayores están asociados con enfermedades crónicas, en particular enfermedades no transmisibles. Muchas de estas pueden prevenirse o retrasarse con la adopción de hábitos saludables. Otros problemas de salud pueden tratarse con eficacia, si se los detecta a tiempo. E incluso las personas con disminución de la capacidad pueden vivir una vida digna y de permanente crecimiento personal en los entornos favorables adecuados. Sin embargo, el mundo está muy lejos de estos ideales”.

La Organización Mundial de la Salud insiste en la importancia de dar una respuesta integral de salud pública al envejecimiento y advierte que no existe una persona mayor típica, ya que, por ejemplo, algunos mayores de 80 años tienen niveles de capacidad física y mental comparables a los de muchos jóvenes de 20 años. Por ello, aboga por políticas capaces de “derribar la gran cantidad de barreras que limitan la participación social y las contribuciones permanentes de los adultos mayores”. (I)

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