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“No mínimo” invita la cerveza por la cultura

“No mínimo” invita la cerveza por la cultura
05 de octubre de 2012 - 00:00

Hace ocho días, por la noche, una metamorfosis invadió No Mínimo: retumbó la música del Dj Felipow y fluyó la cerveza gratuita de un “After office” poco usual. “No Mínimo”, un espacio chico, se presta para un encuentro íntimo con el arte contemporáneo.

Su estructura comprende, en la planta baja, un lugar para las exposiciones y, en la planta superior, las oficinas y los sitios para los  talleres.

Esa noche de viernes, si se hacía un paneo, se podía confundir la convocatoria de aquel encuentro: una línea imperceptible la separaba de reunión social y diálogo sobre arte. Allí, por los pasillos, como en una fiesta, había gente conversando en algo muy parecido a una juerga.

En aquel mismo sitio se apreciaba, ya en la sala, una exposición fotográfica denominada Circa 2010. Fotógrafos profesionales y aficionados a esta actividad exhibieron sus trabajos mientras la cerveza helada seguía circulando. “Las miradas de Guayaquil” fue la temática de dicha muestra, que principalmente convocó a fotógrafos y público afín a estas actividades.

En el otro espacio la convocatoria agrupó a artistas y una pasarela de jóvenes y adultos que se fusionaron en un grupo de espectadores.

En la exposición y en los pasillos del espacio cultural las  personas animadas, concentradas en la conversación, en varias ocasiones interrumpían el paso de quienes deseaban mirar las imágenes de la exhibición. Pese a esto, en la reunión era  el objetivo de la actividad, acercar al público a espacios culturales y sus dinámicas.

Así, como lo afirma Romina Muñoz, gerente del espacio cultural,  “No Mínimo tiene dos objetivos, el primero, vender obras y que los artistas jóvenes expongan sus creaciones; el otro, formar públicos. Tenemos eventos gratuitos, talleres y actividades para un grupo que no está involucrado con el arte”.

En el concepto de este poco usual “After office”, la cerveza gratuita fue uno de los elementos novedosos de la actividad. A un costado de la galería de arte una persona encargada repartía los vasos, que a las 21:00 ya se habían terminado.

La bebida tuvo su protagonismo en las afueras del espacio cultural, alrededor de una de las piletas, que se encuentra en el centro de Plaza Lagos, en Samborondón, o en las mesas “encendidas” entre amigos. Para Ricardo Bohórquez, uno de los organizadores de la exposición, la actividad se realizó para “lograr una aproximación a las miradas de la fotografía en Guayaquil”.

Bohórquez delimita la línea dominante de las fotografías: “Una mirada bastante tradicional y hay mucho que está enfocado en la arquitectura; faltó un poco la mirada dura de Guayaquil, hacia los barrios, hacia los lugares que no se perciben”, mencionó el fotógrafo.

El ritmo de la actividad fue cambiando de características: avanzadas las 20:00 los pasillos de la exposición parecían haber cumplido su verdadero objetivo: gente interesada, cuestionadora, sorprendida e inquisitiva. “Es increíble y oportuno, este tipo de exposiciones que antes no se había hecho, sacar a la luz a fotógrafos nuevos”, dijo Paloma Ayala, una habitué del lugar y expositora de la muestra.

Otra asistente, Marga Tumbarello, opinó que esta iniciativa es positiva para generar y convocar a personas de otras áreas: “En Guayaquil hay pocas exposiciones de este tipo. Siempre observo a la gente de siempre, sin embargo, debo de reconocer que aquí sí hay público nuevo”. 

Mientras tanto, la noche, su complicidad, el agua de la pileta y el dj Felipow seguían acompañando el devenir de la temperatura cultural. Una imagen que mimetizó el síntoma de la sociedad contemporánea: una organización que lo admite todo.    

Alrededor, los otros, quienes cruzaban esa línea de No Mínimo y que entraban, salían o simplemente se dirigían a los restaurantes que rodean el espacio cultural.

Mientras tanto “Circa 2010” y el “After office “ se convirtieron en una fotografía más de la cultura. ¿Fue la cerveza? ¿Fue la fotografía? Algo convocó, pero a la larga la movida cultural de la vía a Samborondón no se separa de la de Guayaquil, ya que las dueñas de No Mínimo, Pilar Estrada y Eliana Hidalgo, tienen fuertes vínculos con el arte “guayaco”.

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