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El ‘stand by’ del cómic ecuatoriano

El ‘stand by’ del cómic ecuatoriano
07 de julio de 2013 - 00:00

La Plaza Colón recibe la 9na. edición de la Convención Nacional del Cómic, organizada por el Cómic Club de Guayaquil, una institución que está cumpliendo 10 años. El evento, que llega hoy a su clausura, reúne a una serie de autores locales en el estand del cómic ecuatoriano, un movimiento de creadores que, al parecer, empieza a despertar.

Si bien desde el Cómic Club de Guayaquil se habla de un aumento en la cantidad de autores y, por supuesto, de historias, es necesario comprender cómo se ha ido desarrollando este movimiento. En Ecuador el cómic como un producto de consumo ha tenido algunos elementos que han ralentizado su distribución y desarrollo.

José Argenzio, miembro del equipo organizador del evento de VB2, dedicado al cómic y al manga, opina que ahora el panorama para la publicación “es más viable” que hace algunos años. Se refiere al hecho de que existe una exposición mayor del público al cómic, a los esfuerzos culturales realizados en eventos locales, tanto públicos como privados, y a la circulación de historietas en varios diarios del país.

JD Santibáñez, autor local, opina que “crear un cómic no
es difícil, lo difícil
es distribuirlo”
Una de las causas de esta exposición repentina es también la migración del formato:  El internet ha ayudado a retomar la cultura del consumo de cómics, frente al paulatino decrecimiento de venta de historietas físicas en kioscos o a los precios que tienen las revistas, que suelen tener historias importadas.

Mauricio Gil, vicepresidente del Cómic Club de Guayaquil, dice que en estos 10 años ha sido notable el aumento de publicaciones, aunque advierte también que la mayoría no llega a pasar del primer número.

Entonces, mientras el público demanda, los autores locales tratan de salir a flote en un mercado dominado por las dos más grandes industrias estadounidenses y por ese fenómeno japonés que es el manga.

El cómic ecuatoriano se encuentra en un momento en que enfrenta el obstáculo de un enigma que hasta ahora nadie ha podido integrar a una dinámica comercial: Si bien las descargas en internet potencian la lectura, la piratería reduce la opción de autores a vivir de sus historias.

Argenzio, que es consciente del problema que resulta defender la propiedad  intelectual en un medio como internet, piensa en la posibilidad de que la web se vuelva una opción para la compra y venta de cómics a través de blogs, tiendas virtuales y aplicaciones en teléfonos inteligentes.

Otro autor, José Daniel Santibáñez -que firma sus historias como JD-, opina distinto. Para JD, “crear un cómic no es difícil, lo difícil es distribuirlo”. Por ello, cree que la piratería en internet no deja otra opción para el autor que ser él mismo quien suba los cómics a la web, “y generar tráfico”.

A fin de cuentas, “publicar en papel tampoco da plata”, dice, y enfatiza que el público lector, al que considera variado, “no invierte en la compra. Se los baja (los cómics) de internet”. Santibáñez habla de una realidad local en que la impresión de las historietas “es lo más caro”.

Campo, con 20 años en Calicomix, cree que “tenemos que volcar la mirada sobre lo nuestro”Gil cuenta que para el primer número de su revista Leyendas,“la impresión costó $ 1.200”. Era un tiraje de 1.000 revistas, y el Cómic Club se preguntaba si podrían financiar un segundo número. La publicación recoge mitos de la cultura popular ecuatoriana para adaptarlas al noveno arte. Pero el problema del financiamiento no es el único que se opone al surgimiento del cómic ecuatoriano. por otra parte, los guiones no acaban de arrancar.

Santibáñez, que advierte no estar al tanto de lo que se hace actualmente en el medio, dice que “lo único que sé es que faltan buenos escritores. Hay muchos capaces de dibujar, pero muy pocos capaces de escribir algo interesante”.

Gil coincide, y explica  que las personas que están interesadas en producir algo, se acercan al mundo de la creación de historietas interesados en ser ilustradores. “Ellos prefieren dibujar”, dice.

El vicepresidente del Cómic Club, que está en contacto con creadores a través de la organización y del taller Escuela del Cómic que imparte en el ITSU, destaca entre sus alumnos a dos con habilidades e interés de guionar cómics.

Ambos han publicado ya: Valeria Galarza (Competir x ti) y Carlos Mendoza (Angeluz), cuyas obras están a la venta en la Convención Nacional del Cómic en Plaza Colón.

Los creadores en América Latina están desconectados

José Campo, historietista caleño que se dedica a la organización de Calicomix, uno de los eventos más grandes de su país, cuenta que en 2009, durante un festival del cómic latinoamericano en Portugal, cayó en cuenta de lo desconectados que están los creadores en la región.

No estaban las editoriales japonesas, ni Marvel ni DC. “Era la periferia del cómic”, dice Campo, que afirma haber descubierto un mundo totalmente aparte, y una serie de procesos que en varios países se han ido desarrollando -de alguna forma- en secreto para los otros.

Campo se encuentra en Guayaquil como invitado internacional en la 9na. edición de la Convención Nacional del Cómic, organizada por el Cómic Club de Guayaquil, cita que concluye con la jornada de hoy en Plaza Colón.

El colombiano cita ejemplos como el cómic en países como Perú, donde existen varios héroes evidentemente incas; en Bolivia, donde hay una influencia fuerte del cómic francés, a partir de cómo se ha involucrado la Alianza Francesa en el proceso de ese país, y donde existe una saga que trata el tema del acceso al agua...

Campo dice sorprenderse de que “la Revolución Cubana no haya borrado el método Disney”. Se refiere a la estética y al arte de las historias.

En La Habana se desarrolla además una bienal que centra sus ediciones en historieta o caricatura de forma intercalada, y que además lleva adelante un observatorio del cómic en el resto de Latinoamérica.

Sin embargo, es poco lo que saben unos historietistas sobre los otros, dice Campo, que en las dos décadas que lleva al frente de Calicomix ha recorrido el subcontinente y ha encontrado trabajos que considera “de una calidad extraordinaria”. “Pero no nos conocíamos”, se lamenta. Y lleva a todos lados como tesis principal que “tenemos que volcar la mirada sobre lo nuestro”.

El colombiano identifica cuatro cosas a combatir: la invisibilidad ante lo evidente, la pérdida de la capacidad de asombro, el bombardeo mediático y la falta de arraigo.

Para él es muy importante que el cómic reinterprete la historia de los pueblos, que es al fin y al cabo, una forma de representar el presente.

Campo, con 20 años en Calicomix, ve con buenos ojos el desarrollo de la cultura del consumo y creación de historietas en Guayaquil, y se refiere a la labor del Cómic Club. “Los 10 primeros años son de pelea. Pero luego te empiezas a dar cuenta de los frutos de tu trabajo”, dice.

CONVENCIÓN DEL CÓMIC CIERRA CON CONCIERTO

Hoy, último día de la Convención Nacional del Cómic, la organización presenta un concierto de clausura en que las bandas locales Niji, AniProject, RockAnime y Overmoon interpretarán temas de series de culto como Mazinger Z, Naruto, Thundercats, Jiban, Dragon Ball, He-Man, entre otras.

El evento abre a las 10:00 y cierra a las 20:00, en Plaza Colón (junto a Las Peñas). Habrá venta de revistas, figuras de acción, películas y otros materiales relacionados con cómic y manga, además de la exposición por los 75 años de Superman, el estand del cómic ecuatoriano y un concurso de cosplay.

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